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Antonio Robles

Catalán de pura cepa

sabemos que en Cataluña todo el mundo sabe dónde está su lugar, qué ha de decir, a quién ha de arropar o excluir. Aquí las consignas han adquirido el rango de genéticas

Hasta ahora lo conocíais por sus hechos; bien, ahora lo conoceréis también por sus palabras: “Para ser presidente de la Generalitat es importante allí donde has nacido”. Lo sabíamos, Sr. Presidente, lo sabíamos. En Cataluña sabemos desde hace 25 años que los charnegos no tenemos los mismos derechos que los dueños de la masía. Lo sabemos todos, los charnegos y los dueños aunque nadie nos lo diga así de grosero como usted nos lo suelta ahora. Porque sabemos que en Cataluña todo el mundo sabe dónde está su lugar, qué ha de decir, a quién ha de arropar o excluir. Aquí las consignas han adquirido el rango de genéticas. Y no me pida que se lo explique, es usted quién va diciendo por ahí (México) que “la lengua catalana es nuestro ADN, el material genético que nos define”.
 
Sólo hay un problema, que vivimos en un estado de Derecho y nadie, y usted menos que nadie, puede utilizar el racismo cultural para excluir a nadie de cargo oficial alguno. Aunque como la prensa canalla le afeó el dicho, usted rectificó inmediatamente al día siguiente para acabarla de adobar: “Pepe (por José Montilla) es un catalán de pura cepa, un catalán de primera”. No sé si sentir vergüenza ajena por su insistencia en el racismo cultural o por su estupidez cognitiva. No se conforma con decir que quien no sea catalán lo tiene crudo para ser presidente de la Generalitat, sino que su compañero Montilla sí es catalán, y no un catalán cualquiera, sino de pura cepa, un catalán de primera.
 
Dos ideas nos ha dejado claras: Montilla podría ser presidente de la Generalitat porque sí es catalán y dos, y además lo es de primera. Lo cual nos lleva a dos conclusiones: Para ser presidente de Cataluña es imprescindible ser catalán y además, ha de serlo de primera.
 
Si hay alguien en este país que no sepa que José Montilla nació en Córdoba, dicho queda. Como dicho quedará que todo aquel que en Cataluña tiene un puesto relevante en política, antes ha de haber renunciado a sus señas de identidad y hacerse más catalanista que nadie, empezando por cambiar de lengua. (Cosa que es legítimo en cualquier caso, pero curiosamente unánime para ejercer en el ramo del 3%).
 
Pero como el ser humano es contradictorio y poliédrico, he de resaltar la bondad demostrada por Maragall con la misma contundencia que le he criticado, en el apoyo al Sr.Mariano Rajoy por el boicot y las agresiones que está recibiendo él y su partido en la campaña del referéndum en Cataluña. Mientras políticos y prensa catalanes justifican velada o abiertamente, según los casos, estas prácticas antidemocráticas, el presidente de la Generalitat le ha telefoneado y ha dicho claramente que esas prácticas son inadmisibles: “Nadie se merece un trato como el que ha recibido Rajoy. Además, el líder del PP es una persona culta, educada y moderada en sus expresiones”.
 
Sólo un pero, ¿acaso las personas incultas o radicales sí se lo merecerían..?
Bueno, tampoco es cuestión de abusar de sus maragalladas (ya ven, hasta las “simpleries” dan el pego con nombre tan aparente).
 
En cualquier caso, ese sí es mi presidente, aquí sí está en su papel. Lástima que haya de resaltar esa virtud en usted cuando debería ser una obviedad cívica. Tan paradójica como la de felicitar al carnicero por no engañarme en el peso. Lo que debería ser normal, se convierte en extraordinario en Cataluña. Algo grave, muy grave, debe estar pasando en este “oasis” cuando huele tan mal.
 
En el extremo opuesto aparece Joan Puigcercós de ERC, que después de acusar al PP de la crispación en Cataluña pide a Rajoy que “reflexiones sobre qué ha hecho mal”. O sea, más o menos como aquella famosa sentencia que justificaba la sangre de ETA en los 70/80: “Algo habrá hecho mal”. Sin comentarios.
 
¡Ah!, Sr. President, deje ya de mandarnos más cartas y estatutos a casa, mi mujer se ha puesto de muy mal humor al recibir una nueva carta en bilingüe para que vayamos a votar. ¿Es que les ha dado algún ramacuco para que de pronto no les importe darnos la información en bilingüe? Se me ocurre una idea: Que toda la actividad institucional, educativa etc. esté condicionada por unas votaciones, así tendríamos todo en catalán y castellano. Es que a veces uno está “sembrao”.
 
 (P.D.) ¡Perdón!, os había comenzado escribiendo: por sus palabras le conoceréis, ¡perdón!, ¡perdón! y ¡perdón!, por sus palabras os volveréis locos.

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