Con las mismas razones, con los mismos argumentos, con el mismo fundamento constitucional que Felipe González convocó el referéndum para la permanencia de España en la Alianza Atlántica, se puede (y se debe) patrocinar ahora la idea de una consulta que propenda a la contención de la voladura de la España unitaria. Lo que José Luis Rodríguez Zapatero y sus congéneres independentistas han pactado no es ni más ni menos que la ruptura de una Nación a través del cambio de reglas del juego unilateral, por imposición y antidemocrático. ¿Acaso una felonía de este jaez no precisa de una reforma constitucional? ¿Y quién debe opinar? ¿Rodríguez y Mas sólo? ¿O Rodríguez, Mas, Carod y Saura? ¡Y los españoles qué!
Que se sepa, un informe del Consejo de Estado, solicitado para más señas por el propio presidente del Ejecutivo en su investidura y dos sondeos publicados ayer en dos periódicos nacionales, uno de ellos el boletín oficial, han coincidido en la inconveniencia de un pacto que, mírese por donde se mire, termina con lo que literalmente conocemos hoy por España. Ante tal situación, los procedimientos extraordinarios se convierten en imprescindibles. Es el caso del referéndum. Los españoles, los 44 millones de españoles que viven en 17 autonomías, tienen no sólo el derecho sino también el deber de responder ante la gran pregunta: “¿Quieren ustedes que España se convierta en una confederación inanimada?” Por anticipado, ya están diciendo que no.
Naturalmente, el PSOE está al borde de un ataque de nervios ante la posibilidad muy cierta de toparse con millones de firmas contrarias a su vil traición. La iniciativa de Mariano Rajoy ha dejado a Zetapé touché. Querían situar al PP extramuros y éste les ha cambiado el pie. Rodríguez, patrocinador del más antidemocrático ejercicio de exclusión, sin precedentes en la democracia, no tiene autoridad moral ninguna para impedir, ni siquiera con insultos, que la España constitucional a la que por voluntad expresa ignora y desprecia, se manifieste. El referéndum, ya lo sabemos, es una iniciativa excepcional; por tanto, una iniciativa imprescindible para el excepcional momento que vivimos.