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Thomas Sowell

¿Serio o suicida?

Los remilgos, la indecisión y la quimera de Occidente son sus grandes peligros porque Occidente tiene el poder de destruir cualquier otro peligro. Pero no tiene la voluntad.

Cuando se va en barco por el Río Niágara, hay señales avisando el punto en el que uno debe ir a tierra o sino será arrastrado hacia las cataratas. Con Irán, avanzando en el desarrollo de armas nucleares, estamos llegando peligrosamente cerca al punto crítico de no retorno en la escena mundial.
 
Y sin embargo, hay pocas señales de alarma en la arena del debate público, ya sea entre políticos, los medios de comunicación o la intelectualidad. Hay mucha más discusión sobre si los agentes antiterroristas del gobierno deberían poder mirar en los archivos de libros prestados en las bibliotecas públicas.
 
El mismo gobierno iraní nos está dando la evidencia más clara de lo que un Irán nuclear significaría, con sus fanáticas declaraciones llenas de odio acerca de su deseo de exterminar a Israel de la faz de la tierra. Nunca trates de averiguar por quién doblan las campanas: Doblan por ti.
 
Justo el año pasado, antes de las elecciones americanas, Osama Bin Laden amenazó con convertir en blancos del “justo” castigo terrorista a esos lugares que votaran a favor de la reelección del Presidente. 
 
Podíamos ignorarlo en ese entonces. Pero ni nosotros, ni nuestros hijos, ni los hijos de nuestros hijos podremos ignorarlo una vez más si consigue armas nucleares de manos de un Irán nuclear.
 
Viviremos a su merced, sabemos que es despiadado, puede exterminar Nueva York o Chicago si no cedemos a sus exigencias por más aberrantes que éstas sean.
 
Habremos pasado verdaderamente el punto de no retorno. ¿Qué pensarán de nosotros las generaciones futuras por haber ignorado las señales de aviso, más preocupados por los archivos de la biblioteca y por dar a los terroristas extranjeros los mismos derechos legales de los ciudadanos americanos?
 
Pudimos bloquear el poder nuclear de la Unión Soviética con nuestro propio poder nuclear. Pero nadie puede disuadir a terroristas suicidas. Sólo podemos matarlos o evitar que consigan lo que necesitan para matarnos.
 
Los estamos matando en Irak, aunque los medios de comunicación parezcan totalmente desinteresados en esa parte de la historia, así como también parecen desinteresados en el hecho que el destino de la civilización occidental puede estar en juego justamente al otro lado, en la frontera con Irán.
 
Claro que a los medios les gustaría que evitásemos que Irán se convirtiera en nuclear, si puede hacerse agradablemente, usando la diplomacia, con la aprobación de la ONU y de manera que no se ofenda a la “opinión mundial”.
 
Es como si estuviéramos en el Río Niágara y quisiéramos ir a tierra antes de que fuera demasiado tarde pero sin encender los motores por temor a molestar a los vecinos con el excesivo ruido.
 
Pero en ese punto, la alternativa está entre tomárselo en serio o ser suicida.
 
Allí es donde estamos internacionalmente en la actualidad. Hace muchos años se publicó un libro titulado “El suicidio de Occidente”. Puede que se adelantase a su época.
 
Los remilgos, la indecisión y la quimera de Occidente son sus grandes peligros porque Occidente tiene el poder de destruir cualquier otro peligro. Pero no tiene la voluntad.
 
En parte es porque la mayoría de nuestros aliados occidentales han estado protegidos contra las brutales realidades de la jungla internacional durante más de medio siglo gracias al paraguas nuclear americano.
 
La gente aislada del peligro durante generaciones puede permitirse el lujo de tener la ilusión de que no hay peligros, así es como se siente la mayor parte de Europa. Es esa parte de la “opinión mundial” la que nos hace dudar para tomar cualquier acción decisiva y prevenir la pesadilla de armas nucleares en las manos de fanáticos llenos de odio.
 
No busque que Europa apoye cualquier acción decisiva contra Irán. Pero busque a la mayor parte de su clase intelectual y a mucha de la nuestra también, alertas a cualquier oportunidad para envanecerse con su superioridad moral si de verdad hacemos algo.
 
Serán capaces de pensar en todo tipo de alternativas agradables para eliminar los desarrollos nucleares iraníes. Serán capaces de proponer todo tipo de argumentos abstractos y de equivalencia moral, como por ejemplo: Otros países tienen armas nucleares. ¿Por qué no Irán?
 
Debatir preguntas abstractas es mucho más fácil que enfrentarse a alternativas concretas y a menudo brutales. La gran pregunta es si nos lo tomamos en serio o si somos suicidas.
 
©2006 Creators Syndicate, Inc.
* Traducido por Miryam Lindberg

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