¿Estos iraquíes están locos o es que no leen la prensa? ¿Qué hay que hacer para que se enteren del desastre que es su país, del caos en el que se hayan sumidos?
Encuesta tras encuesta, desde las primeras que se hicieron tras la liberación, una mayoría absoluta ha respondido siempre que son optimistas respecto al futuro, que en tal o cual plazo de tiempo, no muy largo, esperan que su vida mejore. Ahora el 71% les dice a los encuestadores del ABC/´Time magazine que “sus vidas van bien”. Unos poquitos todavía lo defienden pero no han conseguido reunir ni una mala manifestación añorando la paz y el orden de Sadam. Cuando fue detenido la explosión general de alegría fue como si acabasen de concluir victoriosamente una guerra. ¡Pena que a los medios occidentales les pillase más bien distraídos!
Y persisten en sus alocadas esperanzas, inasequibles al desaliento. Votan, revotan y archivotan. Ni se enteraron de las lúgubres pero muy sólidas predicciones de todos los expertos de neurona levógira e insensatamente acudieron a votar una asamblea constituyente el 31 de enero pasado, echando a perder cálculos muy científicamente elaborados. Más de cuarenta perdieron la vida y hubo colas que se rehicieron impertérritas tras retirar los muertos de algún abnegado mártir-bomba. No se dieron cuenta de que se estaba sacrificando por ellos. Ni siquiera se lo agradecieron yéndose a sus casas.
Entonces fueron el 58%. Siete meses y medio después, el 15 de Octubre, subieron ya al 63% y la minoría árabe suní, boicoteadora de grado o por fuerza en la primera cita, acudió a la segunda donde la fuerza no se lo impidió. Con mejor seguridad y concurrencia más alta el país ratificó el proyecto de Constitución que se le presentaba y los suníes expresaron su rechazo votando en contra.
Sin muestras de cansancio y con expresiones de entusiasmo no empañado por la reiteración, otros dos meses más tarde, convocados por tercera vez el pasado jueves 15, parecen haber establecido un nuevo record de participación. Los árabes suníes dispusieron ahora de mayor libertad porque buena parte de los sadamistas armados amenazaron como ellos saben a sus habituales aliados los islamo-fascistas internacionales de Zarqawi si intentaban poner en práctica sus planes para ensangrentar los comicios.
El record batido parece seguro, pero seguimos sin datos. La Comisión Electoral Independiente, quizás la más prestigiosa institución pública de Irak, no quiere dar cifras hasta que no se haya hecho el recuento del último voto. En ocasiones anteriores los corresponsales consiguieron numerosos anticipos así como nos ilustraron con abundantes crónicas de la jornada. Cómo ahora hasta los más ilustres agoreros preveían el éxito, la información se ha reducido a un chorrito. No vaya a ser que le hagamos propaganda a Bush. Eso sí, no han dejado de destacar las alegaciones de fraude, inevitables entre los perdedores en un país que, aunque aventajadamente, está todavía haciendo el aprendizaje democrático. Y que no falte una buena y larga historia dominical sobre le esfuerzo de los militares americanos para colocar historias positivas en la prensa iraquí para contrarrestar la desinformación tipo Al Jazira. ¡Terrible! Todo ello en la gran prensa anticonservadora americana que de una otro forma –aunque prefiere la otra– no tiene más remedio ocuparse del tema. De la nuestra hagamos como Cervantes respecto a un lugar de La Mancha.