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Juan Manuel Rodríguez

"El vestuario" de Norman Mailer

El periodista se refiere a Alí como "la única presencia alegre" en aquel vestuario. Y de hecho Norman, testigo de excepción del ambiente mortuorio que allí se vivía, aprovechó uno de los descansos del boxeador para confesarle que tenía más miedo que él

Acaba de salir a la venta "América", (Editorial Anagrama, 2005) una variada recopilación de artículos del eterno candidato al Premio Nobel de Literatura Norman Mailer. A Mailer le gustan el deporte en general y el boxeo en particular, de ahí que, cada vez que puedo, cuele eso del eterno candidato al Premio Nobel de Literatura. Ojalá lo consiga algún día y les dé con la puerta en las narices a aquellos que, ya sea por pura ignorancia o sencillamente por mantener la pose para la foto, desprecian un deporte tan honrado y espectacular.

En "América" aparecen, por fin, los ocho artículos que Mailer publicó en dos partes en la revista "Play Boy" entre mayo y junio de 1975 bajo los títulos de "The Dead Are Dying of Thirst" y "All Night Long" y que, todos juntos, forman lo que se conoce popularmente como "El combate del siglo", una magnífica fotografía periodística del conocidísimo combate que enfrentó en África a Mohamed Alí con George Foreman. Y de los ocho artículos yo tengo especial predilección por uno de ellos, el titulado "El vestuario". Sí, porque Mailer, que suele referirse a sí mismo en tercera persona, nos introduce en aquel vestuario lúgubre, un vestuario que "se parecía tal vez a los servicios del Metro de Moscú". Un "depósito de cadáveres" donde "todos los lamentos quedaban sofocados".

El periodista se refiere a Alí como "la única presencia alegre" en aquel vestuario. Y de hecho Norman, testigo de excepción del ambiente mortuorio que allí se vivía, aprovechó uno de los descansos del boxeador para confesarle que tenía más miedo que él mismo. Entonces Alí empezó a soñar despierto: "He estado arriba y he estado abajo. Tiene que ser triste que te noqueen. ¿Por qué nunca me han dejado K.O.? Me han derribado, pero nunca me han noqueado"... "Flota como una mariposa, pica como una abeja, no puedes golpear lo que no ves"... Bundini le mostró la bata, y luego Alí eligió los pantalones cortos. Desechó unos blancos y decidió usar otros con una banda vertical negra. Mailer apreciaría luego en las fotografías de la pelea que aquella banda "articulaba cada movimiento desde el torso hacia las piernas"...

 - Bundini, ¿vamos a bailar?, preguntó Alí.
 - Toda la noche, dijo Bundini.
 - Sí, vamosa ba-aila-ar. Y volvió a dirigirse a Broadus: Dile que se prepare.
 - No pienso decirle nada, susurró Broadus.
 - Dile que más le vale saber bailar.
 - Él no baila (...) Mi patrón tiene cosas más importantes que hacer.
 - ¿Que no qué?...
 - No baila.
 - El hombre de George Foreman dice que George no sabe bailar. ¡George no puede ir al ba-aile!
 - ¡Cinco minutos!, gritó alguien, y Youngblood alcanzó una botella de zumo de naranja al boxeador. Alí bebió un largo trago, equivalente a medio vaso, y miró divertido a Broadus.
 - Dile que me pegue en el estómago.

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