Guti aprovechó una victoria muy blandita del Real Madrid en Sevilla, ante un Betis en clarísima retirada (desbandada me atrevería a decir), para mandarles un "fuerte abrazo", un saludo cordial, un recuerdo al final del partido tanto a Alfredo di Stéfano como a Arrigo Sacchi. El primero de los dos aludidos, Di Stéfano, conocido universalmente como la "saeta rubia", fue uno de los principales responsables de que el Real Madrid ganara cinco Copas de Europa consecutivas. Di Stéfano, reconocido hoy como presidente del club blanco, formó junto a Santiago Bernabéu un tándem exitoso que le dio la vuelta al club, situándolo en el centro mismo del mapa del fútbol mundial. Existe entre todos los amantes del buen fútbol una suerte de compromiso no firmado que considera a Di Stéfano uno de los cuatro mejores futbolistas (los otros tres son Pelé, Cruyff y Maradona) de toda la historia. El otro saludado por Guti, Sacchi, resulta que es el director deportivo del club.
El desquiciado saludo de Guti a Di Stéfano fue fruto de unas manifestaciones de don Alfredo en las que éste, excesivamente diplomático desde mi punto de vista, se limitó a decir que los jugadores tenían que ser más solidarios entre ellos y meter un poquito más la pierna. Y luego aludió, en un tono mucho más duro, a los extranjeros que llegaban en oleadas y después se lavaban las manos. Supongo que Guti se creería en esos instantes el portavoz de la quintaesencia del madridismo y, aprovechando el cartucho de una victoria poco o nada brillante, se erigió en "portacoz" del vestuario. Luego ese mismo vestuario (imagino que encabezado por Raúl) le exigió que rectificara y en la Cadena Cope dedicó la victoria, por extensión, a todos los madridistas que en el mundo han sido.