(Mª Teresa Fernández de la Vega, en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, dijo la siguiente frase: “Todo el mundo dice la verdad. Nadie miente, ni el Gobierno de España ni el de Marruecos”.)
Repiten siempre los ecos:
–”¿Quién engaña?” –”¡Nadie engaña!”
–”¿En España?”
–”¡Ni en Marruecos!”
Nunca perdamos la fe,
el crédito y la certeza
ni en la magrebí realeza
del gran sultán Mojamé,
ni en el presi Zetapé;
por más que ambos se den maña
en hacérsenos los suecos
en Marruecos
y en España.
Si algunos negros se mueren
en sus rústicas escalas,
por no esquivar bien las balas
con que los moros les hieren,
es normal, porque –¡qué quieren!–
si están tan flacos y entecos,
no morir es una hazaña,
en España
y en Marruecos.
Que les cobran por venir
es hecho seguro y cierto.
Les roban, y en el desierto
los dejan para morir.
¿Miente quien osa decir
que los tratan con tal saña
por buscar los recovecos
en Marruecos
hacia España?
Zetapé al sultán se humilla,
y esto huele a putrefacto.
¿Hay en la trastienda un pacto
de terror y pesadilla,
por el que Ceuta y Melilla
–en no sé qué indignos truecos–
el moro se las rebaña
a España
para Marruecos?
Que a nadie arrastren las iras;
por Dios, que nadie se enfade:
nuestra Vice nos persuade
con más alteza de miras:
“No hay embustes, ni mentiras;
que nadie siembre cizaña
contándonos embelecos,
ni en Marruecos
ni en España.”
Los lazos tradicionales
son más estrechos que nunca.
Nuestra amistad no se trunca
por tres gestos desleales.
¡Qué emociones fraternales
en nuestros pechos batuecos
nos cosquillean la entraña!...
¡From España
toMarruecos!