Conozco muy bien esa parte del himno del Real Madrid en la que José de Aguilar canta eso tan optimista de "enemigo en la contienda, cuando pierde da la mano sin envidias y rencores, como bueno y fiel hermano". Seguro que al maestro Cisneros no se le habría ocurrido jamás de los jamases que, transcurrido medio siglo desde que, en estrecha pero improvisada colaboración con Marino García y Antonio Villena, esbozara en una servilleta de papel del restaurante "La Rana Verde" una de las canciones deportivas más famosas del mundo, al "club castizo y generoso, todo nervio y corazón" habría que añadirle "y los futbolistas brasileños celebran sus goles haciendo el cucarachón".
Ayer el Real Madrid puso mucho énfasis en desmentir una información que había aparecido en la agencia de noticias Europa Press y en la que podía leerse que Florentino Pérez pensaba prohibir tajantemente a sus jugadores llevar a cabo celebraciones como las de Mendizorroza. Yo mismo leí en "El deporte a la palestra" la noticia surgida en la citada agencia y, a renglón seguido, el desmentido del club. En cualquiera de los casos no era Dimitri Piterman el llamado a reprender la actitud del trío "Ro-Ro-Ro" sino, si así lo hubiera considerado oportuno, el presidente del Real Madrid. Y él no lo consideró. En "El Tirachinas" de la Cadena COPE defendí la idea de que Florentino Pérez se equivocaba al no reprender a sus jugadores. "¿Lo dices en serio?", me preguntó Quique Guasch. Lo decía, y lo sigo diciendo, totalmente en serio porque estas cosas se sabe cómo empiezan pero no cómo terminan, y uno imita un día a una cucaracha y acaba jiñando en el córner después de haber marcado un hat-trick... ¿Por qué no? ¿No estamos en un país de cerebros y de estómagos libres?
A mí también me parece mentira que estemos debatiendo sobre estas idioteces, pero no fui yo desde luego quien compuso una coral tan lamentable como la del domingo tras el 0-2 contra el Alavés, jugando fuera del estadio Santiago Bernabéu y con la gente de Vitoria fumándolo en pipa porque a su equipo lo estaban goleando. Decía Oscar Wilde que en esta vida hay dos tipos de tragedias, "tener lo que se quiere y no tenerlo". La tragedia madridista consiste justamente en haber conseguido lo que cualquier club de fútbol del mundo soñaría con tener y eso, en mi opinión, requiere un nivel de comportamiento más exigente. El problema de Piterman es que prometió a sus aficionados que el Alavés lucharía por la Champions y ahora mismo está en puestos de descenso directo a Segunda División. El problema de Florentino Pérez es que en este momento estemos hablando más de los bailecitos de Ronaldo, Roberto Carlos y Robinho (por cierto que éste chico se ha adaptado a la velocidad de la luz, a lo mejor convendría desadaptarle un poquito) que de su fútbol. ¿Dónde se encuentra el término medio?... ¿Cómo se debe y cómo no se debe celebrar un gol?... Eso tienen que dictarlo el sentido común... y los responsables del club que se trate. Los del Real Madrid piensan que esa celebración no tenía por objeto ofender a nadie. Ahora sólo falta preguntarles a los quince mil espectadores que asistieron al partido de Vitoria si ellos se sintieron o no ofendidos.