Va de dioses.
Han vuelto a levantar la calle General Yagüe. Zanjas, trincheras, cráteres inmensos se suceden en aceras y calzada; vallas metálicas por doquier cortan el paso sin que ni siquiera nadie se tome ya la molestia de disponer raquíticas pasarelas o planchas de hierro para ensayar el cruce de hoyos y sartenejas. Montones de tierra y cascotes , estratégicamente repartidos, completan la fortificación que te obliga a competir con los vehículos en movimiento por el centro de la vía para dirigirte a tu destino, pues los automóviles -que no pueden arrimarse a su aparcamiento natural- se estacionan en doble o triple fila. Nada nuevo, el chiste habitual, el consabido lugar común de los residentes en Madrid sobre la ciudad en que, más o menos, moran. Críticas repetitivas al alcalde, “a los políticos”, a la perra suerte de vivir en un sitio así. En esta urbe cochambrosa hecha de especulación, comisiones y remiendos, no hay calle a salvo, de toda la vida, pero en especial desde que el genial Ruiz Gallardón ocupa el puesto de regidor mayor. Una rabia sorda se extiende entre la población por cuanto nos está haciendo este señorito al que sólo se ve en Metro cuando tocan inauguraciones y foto: como tantos otros políticos, está convencido de que los votos recibidos son de su propiedad y, por tanto, eternos y –en su caso- de que se le votó por su cara bonita y no por ir en la lista del PP; así pues, hace y deshace a su antojo lo que le viene en gana, siempre tratándonos con la suficiencia del que está en la nube, en la pomada, en la cosa. Él sabe lo que nos conviene y a nosotros sólo nos queda aplaudir.
-Y si no, ¿por qué me votaron? Concluirá el prócer que, impertérrito, nos sube los impuestos de manera brutal, empantana todo el poblachón manchego al mismo tiempo, se susurra divertidas escuchitas al oído con Rodríguez, otro genio (ver las inolvidables fotos de Singapur), endeuda al municipio para varias décadas y, de la mano de su musa la Moreno, inventa la Navidad laica. Pero no basta, siempre hay un más allá. En mi barrio el jueves hubo fútbol del Real Madrid (colapso del tráfico), pero el viernes comenzaron a bloquear calles con más vallas metálicas (¿quién será el fabricante y proveedor de tan imprescindible implemento consistorial?) a fin de preparar no sé qué Mundial de bicis –admitamos los derechos de los aficionados a ese deporte, pero también los de los demás- y sábado y domingo encerraron en un perímetro feroz de vías cortadas a medio millón de personas, con la Castellana cerrada y la bondadosa recomendación de que usemos el Metro. Y lo usamos, sin necesidad de consejo tan avisado. Y, mientras, el faraón se muda de pirámide, nos mantiene cautivos dentro de la M-30 o al pie de la barricada de cada esquina y hace guiños a los progres, a ver si hay suerte y vuelven a zarandearle, o quién sabe si caerá algo más mollar y sabroso. ¿Por qué este Zeus de bolsillo actúa con tal desprecio hacia quienes le pagan el sueldo? ¿Es sólo megalomanía, soberbia, vanidad? Quizás, pero dadas las inequívocas pruebas de lealtad insobornable que viene dando desde que se le conoce, ¿no estamos autorizados a pensar mal aun a riesgo de acertar? ¿No estará buscando hundir al PP en la ciudad y, por ende, en toda la comunidad de Madrid arrastrando a Esperanza Aguirre en su caída? ¿Qué mejor regalito para su amigo, el de las sonrisas asiáticas, que la entrega de la autonomía rebelde? La comisión de candidaturas del PP deberá medir bien lo que hace en 2007, si no quiere perder dos por la necedad, o la mala fe, de uno. Tan eximio saboteador de la vida y hacienda de los madrileños va a suscitar escasa simpatía: entérense, majos.
Y de diosas.
No es que se parezca en prestancia y belleza a la imagen que alimentamos de Hera, aunque sí en punto a malos gestos y rencores africanos, con su eterna cara de ajo cabreado y sus ansias de venganza de penena de Universidad –sigo sus analogías morfológicas-, dispuesta a la trepa. Aunque con mucho menor nivel cultural que el Zeus más arriba mentado, se sirve de idénticas mañas, grandilocuencias, chulerías, abusos. Las mismas inconsecuencias: lo que valía para los archivos mientras fue consejera de la Junta de Andalucía, ya no vale de ministra (Archivo de Salamanca). Pero además, se adorna. Dicen que el otro sabe de música y que sería un buen director en una gestoría de provincias. Tal vez, pero nuestra Dixie –porque, obviamente, de ella hablamos- nos alegra la vida a diario, descollando por su gracejo y galanura en un gobierno bien puntero en la fabricación involuntaria de chascarrillos, charadas y jácaras. Dixie es una joya, especie a proteger, una fraila anglicana de continuo presta a recordarnos quiénes son los amos del cotarro.
- Gracias a las bombas de los moros – salta el resistente asilvestrado.
- Grasiah a lo que sea, pero loheppañole noh votaron a nosotro, ea.- replica la ninfa desde su inaccesible morada divina, donde se dispone con gran desparpajo del patrimonio cultural y artístico de loheppañole.
- Es peligroso trasladar la Dama de Elche a Elche.
- Pues los Goya están en Berlín – nos acogota la deidad, con lo cual nuestras zozobras se multiplican, por el futuro y por el presente, pero aun encalca:
- El patrimonio artístico debe estar activo y en movimiento- apuntilla la Hera bajita, desbaratando toda resistencia, arrancándonos el resuello y dejando claro quién manda en el país del talante dominante y pescante de las pelas por detrás y por delante.
- Pero ustedes manejan a su antojo unos fondos artísticos que no son suyos y que hemos de transmitir intactos a nuestros descendientes- No se resigna el protestón.
- Pues se jorobáis, que pa eso ganamoh laelesione, joé; y mira que yamo a la Maleni, que ésa tiene máh mala leshe toavía y musha prástica de micrófono con el plan Galicia y toa esa mier…
- “Venceréis pero no convenceréis” – se arranca el hidalgo, contumaz en la exhibición de su moral de eterno derrotado.
- Esa frase es de Manolete, así que no se adorne con galas ajenas, so carca. Y, además, ahora que me acuerdo: Aznar es culpable de la muerte del pobre Manolete, que era multiculturalista y un poco musulmán in péstore.
- In pectore, querrá decir.
- Quiero decir lo que me da la gana: in péstore, pa eso ganamoh laelesione y si nuestro presidente ha inaugurado una nueva extratégia ortográfica, a ver ¿por qué no voy yo a pronunciar el latín como me parezca?
- Tenga cuidado con los latines, que los carga el Diablo y usted es de Cabra, ya sabe, como Solís el egabrense. Y acuérdese de Dixie.
- Otra vez con Pixi y Dixi, cucha que veis la tele. Déjese de rollos, que voy a inscribir a la Dama en una oenegé de salidas del armario, multiculturalistas, pacifistas, ecologistas y pro Alianza de Civilizaciones. Y además: “Bush, asesino; Aznar, culpable”, que se lo digan a Manolete.
- Vale.