Examinemos brevemente dos de las reformitas que el gobierno de Villepin propone a los franceses para convencer y vencer en 2007. La primera concierne a los impuestos sobre la renta. Se define un tope máximo del 60% a la imposición. Sarkozy había propuesto el 50%, pero esa cita fue juzgada demasiado audaz, cuando el horno de la deuda pública no está para bollos. Yo conozco a un artista, no daré su nombre, que tenía que pagar el 72% de sus ingresos a Hacienda. Otros aún más, y todos, claro, cuando podían disimulaban parte de sus ganancias al fisco. ¿Qué sentido tiene ganar fortunas cuando Hacienda sólo te deja el 10 o el 15% para disfrutarlas? No estoy seguro de que estén satisfechos con poder disponer en el futuro del 40%, pero algo es algo. Lo digo de manera totalmente desinteresada, ya que como contribuyente formo parte de la clase media baja, que, comparativamente es la que más impuestos paga, y a quienes se nos promete una disminución, más o menos del 10%, de los impuestos en 2007. Y todo pocas semanas antes de las elecciones, en vez de vanagloriarse por haber simplificado el sistema de imposición, reduciéndole a cuatro tramos, más hubiera valido, pienso yo, ampliar la imposición al 50% de contribuyentes que no pagan impuestos por variopintos motivos: bajos salarios, varias categorías de funcionarios, familias con tres hijos y más etcétera. Si el 100% (o el 99,9%) de los contribuyentes pagaran algo –poco– Hacienda no perdería ingresos, y todos los que pagamos, pagaríamos menos. Pero, claro, eso terminaría con el actual sistema de prebendas y privilegios, de corporatismos y de trampas legales, que puede calificarse llanamente de clientelismo. Sería demasiado revolucionario.
En cuanto al empleo, las medidas adoptadas son timoratas y por ello ineficaces. Empiezan por manipular las estadísticas, para aparentar una disminución del paro. Copiando a los sociatas, contratan “lumpenfuncionarios” en la enseñanza, por ejemplo, de discutible necesidad, y al fin, se deciden a poner orden en el laxismo del subsidio a parados. Por ejemplo: la primera oferta de trabajo propuesta por las ANPE (agencias para el empleo) rechazada, el subsidio disminuye de un 20%, a la segunda rechazada, 50%, y a la tercera, desaparece el subsidio. Prácticamente todos los países de la UE han tomado medidas semejantes, a veces más, otras menos drásticas, pero la izquierda unida jamás vencida, protesta y acusa. ¡Siempre son los mismo quienes pagan el pato! ¡Este gobierno ultraderechista castiga a los parados! Sin pararse a considerar que no son ellos, diputados y jerarcas de los partidos, quienes subvencionan a los parados, sino los asalariados que curran. No hay motivo para que perdure esta injusticia.
El Comité Central del PS, se reunió el pasado fin de semana, para preparar el congreso de noviembre y recibir las diferentes mociones. La prensa le dio a François Hollande vencedor por puntos, pero en esa asamblea no se votó a favor o en contra de la dirección, eso será durante el congreso. La moción mayoritaria –u “holandesa–” fue arropada por varios “elefantes” del partido, pero hay que tener en cuenta de que todos ellos son candidatos a la candidatura para 2007. Jack Lang, Strauss-Kahn, Martine Aubry, Bertrand Delanoe, el propio Hollande, y algunos más. Enfrente, o al lado, Laurent Fabius parece muy solitario, pero hasta que se pongan de acuerdo en torno a un candidato para las presidenciales lloverán cántaros y se cruzarán navajazos. La unidad de la mayoría PS es una farsa más.