No puedo por menos que apoyar decididamente el diagnóstico de quienes afirman que existe un complot para impedir al precio que sea que el futbolista argentino Leo Messi pueda jugar desde mañana mismo con su equipo, el Barcelona. Coincido plenamente con el diagnóstico, que es sin duda el complot, pero no con quienes lo están ejerciendo. La prensa deportiva barcelonista, en su tradicional línea de tremendismo y victimismo histórico, apunta directamente sus cañones editoriales hacia la Liga de Fútbol Profesional y lo hace con especial virulencia, como tampoco podría ser de otro modo, contra el Real Madrid y su presidente, Florentino Pérez, a quien se acusa de manejar en la sombra los hilos de la patronal futbolística española.
Sin embargo yo creo que el complot, que no se puede negar que existe, no es exterior sino interior. Y es que lo que, por un lado, engorda a Joan Laporta (léase, el apoyo al Estatuto, la "discriminación positiva" de aquellos productos que no estén etiquetados en catalán, el radicalismo político del club) hasta convertirlo en Joan Laportón, desnutre al club que preside, reduciéndolo a la mínima expresión hasta dejarlo en un Fútbol Club Barcelonista. Y ojo que esa amenaza no la percibo únicamente yo sino que la denunció el otro día Jordi Majó, socio barcelonista desde hace muchos años y ex candidato a la presidencia del Barça.
Fue el propio Txiqui Beguiristáin, justamente con ocasión de la disputa del pasado Trofeo Joan Gamper, quien aseguró que no habría problemas para que Messi jugara con la primera plantilla tanto la Liga como la Champions. Dos días después de que se produjera tan contundente afirmación fueron los propios abogados del Barcelona quienes recomendaron que el futbolista no fuera convocado contra el Alavés "por precaución". ¿Por precaución?... Leo Messi es un "asimilado comunitario", término que define a los jugadores extranjeros que, como es su caso, llegaron a España antes de cumplir los catorce años y se formaron aquí.