¿Por qué Islandia, un pequeño país de glaciares y volcanes, sin muchos recursos naturales, es hoy uno de los lugares más ricos de la tierra?
En el pasado, las naciones pequeñas solían ser más pobres en ingresos per cápita que las grandes, pero en el último medio siglo esto ha cambiado. Entre los lugares más ricos están Luxemburgo, Hong Kong, Dinamarca e Irlanda, ninguno con grandes recursos naturales.
En la reciente reunión de la Sociedad Mont Pelerin en Islandia, varios de los líderes de las naciones pequeñas que han desarrollado exitosas economías se reunieron con los principales economistas y directivos de fundaciones de libre mercado para discutir las lecciones que el resto del mundo puede aprender de esos países pequeños. Mart Laar, ex primer ministro de Estonia, fue el principal arquitecto de la extraordinaria transformación económica de ese país, de ser un vasallo del comunismo a convertirse en una de las naciones más libres (número 4, según el “Índice de Libertad Económica 2005”) y más dinámicas. El señor Laar tuvo éxito siguiendo las lecciones aprendidas de economistas miembros de la Sociedad Mont Pelerin como F. A. Hayek y Milton Friedman.
Después de liberarse de los soviéticos hace 15 años, Estonia procedió rápidamente a establecer el estado de derecho, proteger la propiedad privada y crear una moneda sólida. Estonia eliminó el control de precios y las regulaciones sin sentido, privatizó las empresas estatales y estableció un régimen de libre mercado. El resultado ha sido el mayor crecimiento porcentual en ingreso real per cápita entre todos los países ex comunistas.
Estonia ahora avanza para convertirse en el primer “e-gobierno”: la mayoría de las operaciones se hacen en la Internet de forma electrónica. Al eliminar el papeleo burocrático, Estonia ha reducido los costos y la corrupción, creando transparencia y rendición de cuentas. Todos los proyectos de ley aparecen en Internet antes de promulgarse para que cualquier ciudadano pueda revisarlos y comentarlos antes de que el Parlamento vote sobre ellos.
Un ex primer ministro islandés y actual ministro de Relaciones Exteriores, David Oddsson, nos relató cómo logró cambiar una típica economía estancada, un estado de beneficencia escandinavo y socialista, convirtiéndolo en un “tigre” de crecimiento económico por medio de la privatización de las empresas estatales, liberando el mercado laboral y reformando la estructura financiera. Islandia avanza en una masiva reducción de impuestos. Por ejemplo, el impuesto a las empresas ha sido rebajado de 50% a 18% y el impuesto sucesorio a un máximo de 5%. Sin embargo, los ingresos gubernamentales aumentan debido al dinamismo económico creado con tales medidas, a la vez que la deuda nacional se ha reducido de 50% a 15% del PIB.
La profesora Victoria Curzon-Price, de la Universidad de Ginebra y presidenta de la Sociedad Mont Pelerin, explicó cómo Suiza ha tenido éxito debido a su libertad, siendo prácticamente un país de libre comercio (exceptuando la agricultura), con una fuerte competencia fiscal y de impuestos entre los diferentes cantones que conforman la nación. Suiza es una democracia directa y voluntaria, dividida en una docena de cantones con diversos idiomas y religiones, y tres mil comunidades que son pueblos pequeños.
Debido a que gran parte del poder gubernamental está en manos locales hay poca fricción entre los diferentes grupos que conforman la nación, permitiendo que la gente decida si quiere vivir en una comunidad con un gobierno grande e impuestos relativamente altos, como Ginebra, o en una jurisdicción con un gobierno limitado.
En su defensa del sistema suizo, la profesora Curzon Price dijo que “dividiendo las unidades políticas en elementos muy pequeños, se logran grandes beneficios en términos de la legitimidad del estado… un estado obtiene obediencia de una de tres maneras: con represión, soborno o consentimiento. La mayoría de los estados democráticos modernos usan y abusan la segunda manera (la clase política soborna a votantes para mantenerse en el poder)”. Tanto la represión como el soborno son costosos, pero ninguno de los dos se necesita si el gobierno logra el apoyo voluntario de los gobernados, lo cual se logra mejor a través de la democracia directa de las unidades políticas pequeñas.