El Gobierno y José Bono querían apuntarse una bonita foto. Niños heridos siendo socorridos por España gracias a la agilidad política y a la disciplina de nuestras fuerzas armadas. Poco importa la clandestinidad de tan buena acción ni las críticas de los responsables de la sanidad iraquí, ya se sabe, “unos pobres diablos” instalados en el poder por una guerra “ilegal” (¿cuándo aprenderá Bono que no hay resolución alguna condenado la intervención de Irak, más bien al contrario, reconociendo la misma y la capacidad de las tropas de la coalición para desplegarse en aquel país?) Pero no le ha sido posible su esperado lucimiento.
Sin embargo, Bono y sus colegas del ejecutivo tienen ahora otra oportunidad de oro para ponerse realmente una medalla. Acudir en socorro de los Estados Unidos, anegados de problemas tras el azote del huracán Katrina. Bono había jurado una y otra vez que a Irak no se volvería nunca, pero nada ha dicho de Norteamérica. ¿No son buenos nuestros aviones de transporte para actuar en cielo y tierra americanos? Cuenta con todos los estándares y procedimientos comunes y se pueden integrar en cualquier mando americano sin problema alguno para una misión de estas características, que no exige contramedidas de ningún tipo. Bono llevó a Afganistán los Cougar para no tener que enviar los Chinook. ¿Será ahora que manda un Hércules a Bagdad para no tener que desplazarlo a Luisiana?