Mariano Rajoy no ha dejado de mostrar un lógico escepticismo ante la reunión que hoy mantendrá en Moncloa con el presidente del Gobierno. El líder popular recuerda que sus "experiencias en anteriores entrevistas no fueron buenas. Trataron de las reformas constitucionales, los estatutos o la financiación, y todavía hoy sigo sin tener claro qué es lo que quiere el presidente del Gobierno".
Para tener constancia de que al día de hoy quien, en realidad, sigue “sin tener claro lo que quiere” es el propio presidente del Gobierno basta contemplar las enormes disonancias que tan claramente se han podido apreciar este fin de semana en el seno del Ejecutivo y del propio PSOE a propósito de la reforma del Estatuto de autonomía catalán. Las discrepancias entre socialistas andaluces, madrileños o extremeños, por un lado, y los miembros del PSC, por otro, han resultado tan clamorosas como la renuencia de Zapatero a fijar una postura común y coherente que las supere. Que Zapatero haya hecho en el Comité Federal del PSOE un llamamiento a abandonar tanto el “inmovilismo” como las “aventuras insolidarias” no es más que una vacua equidistancia con la que eludir la adopción de una toma de postura. Si el presidente ha sido incapaz de hacerlo este fin de semana ante sus propios compañeros de partido, ¿hay que esperar que lo haga hoy ante el líder de la oposición?
No deja, por otra parte, de ser un sarcasmo que venga ahora a rechazar las “aventuras egoístas e insolidarias” quien, como Zapatero, ha dejado de tener claro si España es o no una nación con tal de no perder el apoyo de formaciones independentistas como ERC. ¿O es que le parece a Zapatero poca “aventura” poner en cuestión, tal y como él mismo ha hecho, la condición de nación de España para proclamar como tal a Cataluña? Para aventura, la del propio Gobierno de ZP aliándose con los interlocutores de ETA en Perpiñán u ofreciendo negociación a la propia organización terrorista a cambio de una tregua.
Y es que, también desde el País Vasco, un líder socialista tan destacado como el secretario general del PSE alavés y presidente del Senado, Javier Rojo, ha arremetido este mismo domingo contra la “soberbia” del PP, mientras ha abogado por un gobierno de concentración en Álava y Vitoria en el que se incluya al PNV. ¿Es así, tirando más tierra sobre el Pacto por las Libertades y Contra el Terrorismo, como Zapatero pretende hacer frente a las aventuras soberanistas de los nacionalistas vascos?
El jefe del Ejecutivo, por su parte, ha enmarcado su presunta “voluntad de diálogo” con el PP asegurando que "estamos en un tiempo de gran estabilidad política en el país”. No parece, sin embargo, muy “estable” la postura del PSOE en asuntos tan elementales como los ya señalados, pero si la “estabilidad” a la que se refiere es a la de su Gobierno, habrá que recordar que se ha basado en el apoyo de formaciones que, como ERC, tienen como objetivos fundacionales acabar con los pilares que sostienen todo el entramado nacional y constitucional de España. Si esta “estabilidad” es la que posibilita a Zapatero sus contactos con Rajoy, el presidente del Gobierno bien podría ahorrarse toda la farsa. Y el líder de la oposición, no dejar de denunciarla.