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Juan Carlos Girauta

Clarito, clarito

Este es el hombre que, según su propia declaración, liberó los teléfonos de la muerte. No está imputado por Del Olmo, juez que sí se ha preocupado, sin embargo, de que imputen a Pedro J. Ramírez

A ver si me he enterado. La policía le pidió a un juez de instrucción que se dejara de escuchar y de grabar al Chino y a Otman el Gnaoui inmediatamente después de los atentados del 11-M, en los que ambos aparecerían implicados. El Gnaoui, además de tener el teléfono intervenido, había sido detenido cinco días antes del 11-M para ser puesto en libertad a las pocas horas. Mientras unas intervenciones cesan, otras se ponen en marcha tan pronto como el 12 de marzo: es el caso del confidente Rafa Zouhier. Aunque las grabaciones y observaciones de los luego imputados por los atentados se enmarcaban en una operación antidroga, la breve detención de Otman el Gnaoui aparece objetivamente vinculada con los preparativos de la masacre que estaba a punto de suceder, toda vez que dicha detención estuvo precedida por una llamada de la Guardia Civil, de madrugada, a la propietaria del coche cuya matrícula había sido elegida para doblar las placas del coche usado para transportar los explosivos. Según la policía, los indicios sobre el transporte de explosivos que derivan de las escuchas de la operación antidroga les pasaron totalmente desapercibidos. ¿Se va entendiendo?
 
Por otra parte, la Comisaría de Información le envía al juez Del Olmo un informe acerca de Kalaji, el agente de policía que liberó los teléfonos móviles utilizados en los atentados. Kalaji obtuvo en España el estatuto de refugiado tras declarar que había sido miembro del Partido Comunista Sirio y del FDLP, y manifestando “claramente su condición de religioso musulmán” (informe de la UCI). Para orientarnos sobre la naturaleza de la facción de la OLP a la que Kalaji perteneció, baste decir que este mismo año, en una atmósfera de acercamiento israelo-palestino, miembros del FDLP han sido los primeros detenidos por actos terroristas desde que Abu Mazen ascendió a la presidencia de la Autoridad Nacional Palestina.
 
La ex esposa de este miembro de la policía española de tan pulcros antecedentes también es policía. Se ha publicado, aunque ahora la Comisaría de Información lo niega, que intervino en la localización de la misteriosa furgoneta hallada la mañana de los atentados en Alcalá de Henares, junto a la estación. En esa furgoneta se hallaron restos de una sustancia (metenamina) que no está presente en la Goma 2 ECO, pero que inexplicablemente sí lo estuvo en la muestra que de ese explosivo entregaron los Tedax, provocando la prolongada confusión del juez de instrucción. En esa furgoneta se hallaron también el día de los atentados oportunas pistas sobre la autoría islamista. Sobre esa furgoneta declaró en el Congreso de los Diputados un portero, personaje popularmente conocido como portero automático de Rubalcaba porque antes de acudir a la cámara fue contactado por un representante socialista, contaminando su declaración. Pero resulta que la hermana de Kalaji también trabaja para la policía como traductora. En concreto, se encargó de las intervenciones telefónicas de El Tunecino.
 
A Kalaji lo ha puesto la Comisaría General de Información de la Policía Nacional en el centro de las peores sospechas con respecto al 11-M, recordando su perfil de “islamista radical” y sus “conocimientos en materia electrónica”, así como “sobre la actividad policial y las técnicas de investigación”. También señala que “había tenido formación militar”. Este es el hombre que, según su propia declaración,liberólos teléfonos de la muerte. No está imputado por Del Olmo, juez que sí se ha preocupado, sin embargo, de que imputen a Pedro J. Ramírez por ofrecer a la ciudadanía española informaciones como esta. ¿Nos vamos aclarando?

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