En torno al defensa central Jonathan Woodgate se está generando una expectación tan enorme que veo muy complicado que el futbolista pueda estar a la altura. Me recuerda mucho, aunque por otros motivos distintos puesto que el estadounidense sí jugó desde el primer día, a Larry Spriggs, aquel jugador que fichó el Real Madrid procedente de la NBA (¡sí, la NBA!) y que llegó a Barajas enseñándonos a todos su anillo de campeón de la Liga de baloncesto más importante del mundo. Aquel tío debía ser la "bomba"... Me corrijo a mí mismo: aquel tío tenía que ser la "bomba", estaba obligado por contrato a ser la "bomba" y maravillarnos a todos porque venía de la NBA y porque tenía un anillo enorme de campeón de una Liga estratosférica... Pues no. Spriggs resultó ser un "petardo". Un caso más parecido al de Woodgate, aunque aquel también jugara algunos partidos, fue Robert Prosinecki. Tuvo que pelear tanto Ramón Mendoza para traerle a España y resultó tan pesada la batalla con Miljan Miljanic que todos sacamos una conclusión errónea: Prosinecki era el nuevo Maradona. Pues tampoco. Prosinecki fue un fiasco que se pasó más tiempo en el Centro Médico de la Ciudad Deportiva (recuperándose para fichar por el Fútbol Club Barcelona) que jugando al fútbol. Eso sí, cuando se disponía a lanzar un libre directo podía escucharse el vuelo de una mosca en el estadio Santiago Bernabéu.
No sabemos si Woodgate será al final más Spriggs o más Prosinecki. O acaso sea otro Milan Jankovic, aquel extraordinario centrocampista que llegó sin hacer ruido y se hizo con un puesto fijo en el equipo titular. Pero lo cierto y verdad es que la política informativa que ha seguido el club con este jugador cabría definirla como descabellada. Hace un mes salió a la luz una falsa información que hablaba de una nueva recaída del central. Desde el club, sabedores del daño que aquello podría producirle al futbolista y al propio Real Madrid, desmintió "off the record" aquella "noticia". Pero nadie quiso hablar en público del asunto. Lo más bonito que te puede decir el doctor Alfonso del Corral cuando le llamas para preguntar por el inglés es eso de "¡vade retro, Satanás!". Días más tarde el propio Woodgate confesaría que estaba bien y que no había sufrido una nueva lesión.