Ariel Sharon se ha salido con la suya. Los colonos asentados en la franja de Gaza han sido expulsados a suelo israelí y Gaza queda enteramente bajo la autoridad de los palestinos. Su plan de desvinculación unilateral, a pesar de las divisiones políticas creadas que han llevado a la dimisión de varios ministros –entre ellos Benjamín Netanyahu– se ha visto realizado.
Hay que admitir que cuando vio la luz, el plan de Sharon parecía una magnifica idea y oportunidad para la región. En ausencia de un interlocutor válido por parte de la Autoridad Nacional Palestina, Israel daba prueba de imaginación moviendo ficha unilateralmente, sin esperar reciprocidad alguna, abriendo así una nueva etapa en el proceso de paz, en ese momento paralizado por completo.
Sin embargo, el desenganche no se ha correspondido con los objetivos iniciales del plan. La desvinculación, para empezar, ha sido traducida por amigos y, sobre todo y peor, enemigos de Israel como “retirada”. Que haya sido el producto de una decisión voluntaria y unilateral de Tel Aviv a nadie parece importar ya. Los radicales y terroristas piensan y hacen creer que la salida israelí de Gaza es una retirada forzada por su fortaleza y constancia de sus ataques. En ese sentido, sea cual sea la realidad, el gobierno israelí necesita realizar una labor pública explicativa que hoy se antoja imposible. Simplemente, Sharon se ha retirado de Gaza. Y cuando uno se retira es porque es débil, aunque no sea éste el caso. Pero hay muchos que ven en este paso un primer peldaño en una escalera de cesiones de territorios.
¿Está Israel hoy más seguro que hace unos días? Esa es una pregunta difícil de responder positivamente. La Autoridad Nacional Palestina tiene mucho que ver al respecto, pero si, como todo apunta, se ve incapaz de controlar su propio territorio y Gaza se convierte en Hamastán, bajo la dirección del grupo terrorista, la posibilidad que se orquesten y lancen nuevos ataques contra suelo de Israel desde Gaza no harán sino aumentar. Si la salida de Gaza se convierte en una mayor opresión palestina e internacional para que Tel Aviv acepte salir también de Cisjordania y Jerulasén, flaco favor se están haciendo los propios israelíes.