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Juan Carlos Girauta

Por fin el análisis

El trabajo de Luis del Pino, que parte de datos al alcance del público, es una prueba del valor de la inteligencia analítica. No puedo dejar de pensar en Poe y en El misterio de Marie Rogêt.

Hay formas y formas de escribir en los papeles, reales o virtuales. Piezas periodísticas dedicadas a los más escabrosos asuntos presentan más armonía estructural que las disquisiciones de un filósofo sobre música. Las noticias son gratis, están en la radio, en la televisión, en Internet. No sé ustedes, pero yo compro el diario por las firmas, por la opinión. Y también por los trabajos de investigación. Y porque de otro modo los dos primeros cafés no serían lo mismo.
 
Pero es un diario virtual –el que tiene el lector ahora mismo en su pantalla– el que está ofreciendo algo que ningún medio de comunicación español había logrado en un año y medio: un análisis agudo y estructurado que ordena racionalmente por primera vez la catarata de datos que, gracias básicamente a las investigaciones de El Mundo, han ido apareciendo sobre los atentados del 11-M. Un análisis que alumbra sobre su preparación, sentido e intenciones, ramificaciones y consecuencias, pistas falsas y obstrucciones. Me refiero, claro está, a las entregas sobre Los enigmas del 11-M que firma Luis del Pino.
 
Conocemos de momento la mitad de ese esfuerzo periodístico por ofrecer patrones de interpretación a la maraña de nombres árabes y españoles, fechas, direcciones, localidades, obediencias, llamadas de teléfono, documentos, fallidas vigilancias policiales, tipos de explosivo, confidentes y manipulaciones sin cuento que trufan la mayor tragedia terrorista de Europa. Y que asimismo “trufan” en la otra acepción del verbo, la de mentir.
 
Con tres entregas ya es posible introducir cada nuevo descubrimiento de los investigadores de El Mundo dentro de casillas lógicas. Se acabó la sensación de desbordamiento, el riesgo de desinteresarnos ante escandalosas pero incomprensibles revelaciones, el jugar al mecano sin lograr que las piezas conformen figuras consistentes. Así, cuando acabamos de saber que tres de los pisos usados por los terroristas llevaban un año siendo vigilados por la policía antes de que volaran los trenes, el desasosiego que produce la revelación ya no se acrecienta por la absoluta oscuridad, por la insufrible carencia de planos con los que encajar las piezas. Podemos, de entrada, constatar cuál de las tramas superpuestas  incluye a los inquilinos y, a partir de ahí, orientarnos.
 
El trabajo de Luis del Pino, que parte de datos al alcance del público, es una prueba del valor de la inteligencia analítica. No puedo dejar de pensar en Poe y enEl misterio de Marie Rogêt. Esperemos que para alcanzar la luz definitiva sobre el 11-M no haya que recurrir a un formato de ficción. Abortada la comisión de investigación, lo anterior dependerá en gran medida de que los jueces hagan su trabajo sin dejarse presionar por un gobierno y unos aliados políticos cuyo obstruccionismo es, en sí mismo, toda una revelación.

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