Estaban enfrascados en su rabieta porque París no fue elegido como capital olímpica para 2012, y explicando su derrota –si así se puede calificarse tan nimio acontecimiento, en los momentos actuales– por un siniestro complot británico, una tan misteriosa como malévola trampa, típicamente british. Los medios franceses tardaron más de lo normal en anunciar a los criminales atentados de Londres. Hasta pasado el mediodía de aquel jueves negro, bastantes medios seguían aludiendo, deprisa y corriendo, sin darle la menor importancia, a su apagón accidental de electricidad en el metro londinense, como había ocurrido en otras ciudades y recientemente en Moscú, por ejemplo.
Cuando ya la noticia ocupó la primera plana de la actualidad y no hubo más remedio que comentarla, salvo casos muy contados su reacción fue la que se podía esperar, perfectamente cebrianesca. Como no paro en estas cartas de despotricar contra los franchutes, empezaré esta vez por señalar algunas de las opiniones dignas de elogio. Por ejemplo, el sábado 9, el único diario que de vez en cuando publica algo, Le Figaro, en su editorial y sobre todo en una entrevista con Pascal Bruckner, compararon la actitud digna, valerosa, unitaria y patriótica de los británicos frente a los atentados, con la actitud cobarde –humillante, para nosotros– de los españoles después de la matanza de Atocha, quienes eligieron al “muniqués” Zapatero por pánico, y retiraron sus tropas –en realidad, un puñado de soldados– de Irak.
Es poco frecuente, pues la prensa gala está más acostumbrada a aplaudir la cobardía zapaterista. Pero es cierto, y no concierne sólo las firmes declaraciones de Tony Blair y de la Reina –¡sí, señores!– o la impresionante marea humana que invadió este domingo las calles de Londres, con motivo de una celebración de la victoria de 1945 contra los nazis y cuyo lema era: resistimos ayer, resistiremos hoy. El portavoz del Partido Liberal Demócrata, el único partido inglés que se declaro contrario a la intervención aliada contra Irak, jaleado por los periodistas franceses para que declarara que la culpa de todo la tenía Tony Blair por haberse aliado con Bush, se negó rotundamente a hacerlo. De hecho, declaró que en estos momentos, sin dudas, ni contemplaciones, había que cerrar filas, unirse todos a una y apoyar al gobierno de Blair en su lucha contra el terrorismo y en defensa de la democracia británica.
Pero aquí, después de la condena frontal y diplomática de los atentados por parte de Chirac y su gobierno, la mayoría de las opiniones sigue con la nauseabunda retahíla de que “bien merecido lo tienen” o, al menos, que “era inevitable” que esos y otros atentados se produzcan en el Reino Unido. Al fin y al cabo, ya ha “agredido” a Irak aliándose con Bush. El diario popular Le Parisien titulaba el pasado viernes, con implícito regocijo, que “Al-Qaeda castiga Londres”. Y el histriónico y megalómano Jean-François Kahn, director del semanario izquierdista Marianne, que sería peligroso si no fuera tan imbécil, aúlla por doquier que está visto que la locura imperialista de Bush y Blair nos pone en peligro a todos. Pero no vale la pena detallar más bazofia. En resumidas cuentas, los franceses son casi tan “muniqueses” como los españoles. God save the Queen.
Nos enteramos, por un artículo anterior del Washington Post, que existe una célula terrorista montada por la CIA en París, en la que participan agentes del contraespionaje francés, encargada de luchar contra Al-Qaeda, y demás redes terroristas islámicas, que ya funcionaba en pleno delirio antiyanqui francés. Lo que no nos dice ese periódico, ni nadie, es si los agentes franceses están allí para colaborar, o para informarse de la actividad de la CIA en ese terreno.