La primera mujer que ocupa la presidencia de una comunidad autónoma es del Partido Popular. ¡Vaya por Dios! Las primeras presidentas de las Cortes Generales, del Congreso y del Senado, pertenecían al PP. ¡Qué contrariedad! El partido de la calle Génova tiene muchas más diputadas y senadoras proporcionalmente que la formación del puño y de la rosa. ¡Qué despropósito! La primera presidenta de una cámara autonómica pertenece a la formación presidida por Mariano Rajoy. ¡Qué dislate! La mayoría “conservadora” eligió a la primera magistrada del Tribunal Supremo a la que un vocal “progresista” calificó de “florero”. ¡Qué contrariedad!
Pero por fin, por vez primera, poseemos el honor de gozar del “primer feminista del país” al frente de la presidencia del Gobierno de España gracias a lo cual tenemos más “calidad democrática”. Fueron palabras de la secretaria de igualdad del PSOE y sólo él se está ocupando, por fin, de poner a la mujer en donde le corresponde. ¡Albricias!
Una debe mirar a su alrededor y pensar, que para eso le pagan. Hay que averiguar cómo resuelven sus problemas las demás y entonces aplicarse el cuento. Me refiero, naturalmente, a nuestras ministras. ¿Dónde guardará tan ingente cantidad de modelos en su solución habitacional la vicepresidenta primera del Gobierno de la Nación, ese paradigma de objetividad y tolerancia que parece que si alzas la mano en las ruedas de prensa monclovitas de los viernes va a mandar a que te detengan antes de volatilizarse en su nave espacial? ¿Y qué decir de los Manolos de la señora ministra doña Pixi Dixi y su artístico y sofisticado vestuario presto para desmantelar el patrimonio nacional a golpe de tacón?
Eso sí, de lo que cabe duda alguna es de que espacio no le falta a la pobre titular de la Vivienda, tan sencilla ella. ¿Y ese dechado de humildad y sencillez de la representante de los agricultores, pescadores y ganaderos de cuyo nombre no puedo acordarme que refracta resentimiento y complejo a primera vista a la vista de la campaña gallega? O de la ministra de las plagas y de la insolidaridad acuosa, que deja morir de sed a media España por capricho de la otra media y cuyo escorzo da tan requetebién entre mantas de pieles. Incluso de la responsable de Sanidad que acaba con los problemas de los fumadores a multazo limpio.
La tropa de las Vogue monclovitas se ha constituido en una factoría de espectáculos francamente bochornosos para la mujer en el primer año de gobierno paritario de la historia. Pero lo que no se puede pasar por alto y excede todos los límites de lo razonable es lo dicho por la ministra de Fomento, la Gran Maleni. Acusar a un diputado de que se empieza por la sarcástica crítica política a su gestión y que se acaba en la violencia y el maltrato a la mujer resulta del todo punto intolerable.