Hemos llegado a una situación de esquizofrenia tal que el COI no se fía del COI, de ahí que impida que sus propios miembros visiten las ciudades que optan a organizar unos Juegos Olímpicos. De debajo de las piedras del viejo "espíritu olímpico" fueron surgiendo tantos "tomantes" que, con objeto de impedir que los sucesores de Pierre de Coubertin siguieran imitando por más tiempo a Amenofis IV, se sacaron de la manga una "comisión de evaluación" que, con fecha programada, echaban un rápido vistazo a las candidatas para volverse luego rápidamente a Suiza no fuera que a alguien se le ocurriera ofrecerles, por ejemplo, una chocolatina o una visita gratis por Faunia.
El COI no se fía del COI, pero Jacques Rogge, el jefazo indiscutible de ese COI que no se fía de sí mismo, se ofende cuando los demás pensamos que hace mucho tiempo tomó la decisión de apoyar sibilinamente a la candidata francesa. Para defenderse, Rogge esgrime un argumento tan falaz como el siguiente: "¡Cómo podría yo apoyar a París si hace más de un año que no piso esa ciudad!" Increíble. El caso es que, tan sólo pocas horas después de que la banda criminal ETA atentara contra el emblemático estadio de la Peineta, Rogge perdió el traserete para insistir una vez más en que el tema de la seguridad sería decisivo a la hora de escoger una candidata. ¡Hace falta valor!