Desde hace tiempo conocemos la buena relación que el presidente Zapatero tiene con Hugo Chávez; sin olvidarnos de las frecuentes visitas del ministro de Defensa José Bono a Caracas. Incluso también sabemos que el presidente del Gobierno español ha preferido dar prioridad a las relaciones con el populismo venezolano que impulsar el trato con nuestros aliados naturales e históricos como Estados Unidos. Pero de lo que todavía no había constancia era que el Gobierno español se había contagiado de las artes de Chávez a la hora de "manejar" la política.
Este lunes se ha iniciado en Galicia el recuento de votos emigrantes para definir el resultado final de las elecciones gallegas. Pontevedra es la provincia clave donde todavía bailan los porcentajes para la distribución del último escaño. Desde luego todo indica que la cadena de recursos que nos esperan en los próximos días y semanas va a ser muy largo. En fin, esa dinámica incluso pudiera parecer normal en determinadas circunstancias pero lo que ya no pertenece a la normalidad son las "aventuras" que han tenido que sufrir las sacas procedentes de Venezuela.
Las encuestas realizadas con anterioridad a las elecciones indicaban que el voto emigrante de Venezuela iba a estar orientado a favor del Partido Popular como una fórmula de castigo hacia Hugo Chávez, quien alardea de su "gran amistad" con Zapatero. Los gallegos venezolanos que sufren a diario los desmanes populistas de Chávez pensaban que votando a Fraga se castigaba también al presidente de Venezuela. Pues bien, con este planteamiento en la mano, a Hugo Chávez no se le ha ocurrido otra cosa que "secuestrar" un buen número de sacas de votos venezolanos a los que ha sometido a una larga lista de aventuras bananeras.
Hasta tal punto estamos asistiendo a un espectáculo "chavista" que ocho días después de las elecciones gallegas ya estamos inmersos en sus habituales triquiñuelas. Recursos, sellos, sobres y certificados... Una situación que el Gobierno de Zapatero podía haber previsto y arreglado. Pero lo cierto es que desde Moncloa se han desentendido de estas historias, es más, dejan hacer complacidos mientras el embajador-comisario para Iberoamérica descansa después de meses de campaña electoral entre los emigrantes a favor del Partido Socialista. Desde luego, este estilo tiene un intenso "olor" al "chavismo". Los socialistas gallegos decían que en Galicia "se olía el cambio", pero visto lo visto ya conocemos en que consiste este nuevo aroma. Y es, desde luego, muy poco alentador.