En Brasil todos los futbolistas empiezan siendo "Pelés", tal es la expectación que genera entre la afición canarinha la vacante dejada en su trono por O Rei. En Brasil todos los futbolistas empiezan siendo "Pelés", del mismo modo que en Liverpool esperan el renacimiento de otros Beatles y en el Actor's Studio trabajan con ahínco para que surja cuanto antes el nuevo Marlon Brando, aquella inmensa presencia que llenaba por sí sola la pantalla. Zico fue el "Pelé blanco" y Romario el "sucesor de Pelé". Ronaldo, Ronaldinho y Denílson fueron también, en mayor o menor medida, "Pelés" de segunda o tercera generación, pero siempre se produce al final una selección natural que coloca a cada uno en su sitio. La espada Excalibur sigue hundida en el yunque a la espera de que alguien se convierta en el nuevo "Rey del fútbol mundial". Todos los futbolistas anteriormente citados tenían algo que los convertía en únicos e irrepetibles, pero ninguno fue Pelé.
Ahora el Real Madrid está a punto de traerse a Robinho, un gambeteador surgido de la profundidad de las aguas de Sao Vicente, un niño de pagode futbolístico y zurda prodigiosa, otro Pelé, el nuevo O Rei. Robinho es fino y delicado, un avispado peso pluma que hace tiempo decidió instalar su tienda de campaña en plena "zona comanche" y sobrevivir a base de engañar con sus bicicletas a los defensas, incapaces de seguirle entre tanto Tourmalet de regates, quiebros, malabarismos y juego de pies. El nuevo Pelé, este Pelé de principios de siglo, vendrá al Real Madrid, cuestión que no lograron en su día que hiciera el Pelé original. Y al fin, Santiago Bernabéu se saldrá con la suya como era de esperar.
¿Estará llamado Robson de Souza a arrancar por fin del yugo la espada Excalibur del "Rey del fútbol mundial"?... Antes que él, otros muchos fracasaron en el intento. Pero algo sí tengo claro: bajo el disfraz de esos insignificantes ciento setenta centímetros de altura y sesenta y un kilos de peso se esconde un gran futbolista, quizás un crack. Posiblemente hagan mal en Brasil esperando al nuevo Pelé, porque Pelé sólo hubo uno, irrepetible y genial. Probablemente se equivoque el madridismo esperando que en su primera temporada este chico de la playa de los millonarios levante de sus asientos a los silenciosos socios del fondo norte. O puede que Robinho sí sea finalmente Pelé, quién sabe, todo es posible en Brasil.
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