Francisco Javier Elena (filólogo y habitual de esa seccioncilla) plantea una curiosa cuestión terminológica: “¿Cómo demonios se llama la década en curso?... ¿Los dos mil? Parece una referencia a los Hijos de San Luis con las filas algo mermadas. ¿Los cero-cero? Semeja el anuncio de una cerveza sin alcohol”. No sé resolver el enigma. Hemos dado en hablar por decenios (los sesenta, los ochenta, etc.) y no sabemos cuál es el de ahora. Hace un siglo bautizaron al primer decenio, prolongado hasta 1914, como la Belle Èpoque. A saber cómo llamarán a estos años de comienzos del siglo XXI. Encima los comienzos de siglo se parecen un poco. Extraño fenómeno de “sincronicidad”, según la expresión de Jung. Quizá sean los años digitales, vaya usted a saber.
José Mª Navia-Osorio, a propósito del cerdo como “animal de vista baja”, me recuerda la existencia de un animal mítico, el catoblepas. Dice el Tesoro de Covarrubias que “es una fiera que solo con su vista mata; pero tiene la cabeza tan grande y tan pesada, que la levanta en alto con mucho trabajo y pena; misericordia de Dios, porque no hiciese tanto daño”. Hay personas que tienden a llevar la vista baja para no enfrentarse a la mirada del otro. Por la mirada se transmiten muchas pasiones. Gente pacífica, los ciegos.
A propósito de animales míticos. Me he propuesto que los libertarios digitales más curiosos lleguen a disponer de buenas bibliotecas particulares de lexicones. Hoy tenemos una estupenda novedad, el Diccionario Espasa [de] Seres fantásticos. Hadas, duendes y otras criaturas fabulosas, de J. Felipe Alonso (Espasa). Es una compilación muy completa, si bien echo de menos algunas entradas cercanas, como las meigas, la Santa Compaña, el Sacamantecas o el hombre del saco. Me da la impresión de que ese diccionario se ha compuesto con referencias de la Literatura extranjera. Pasó lo mismo con otro libro igualmente interesante y que viene a ser su complementario, la Guía de lugares imaginarios, de Alberto Manguel y Gianni Guadalupi (Alianza). Aun así, los dos libros son una bendición para las personas deseosas de adentrarse en la Literatura fantástica. Sería muy útil que los libertarios digitales más colaboradores me fueran enviando su particular nómina de lugares imaginarios o de seres fantásticos.
Juan Castelao, agudo latinista, me documenta algunos latinicos falsificados en la parla actual, sobre todo en la deportiva. Resumo las corrupciones para general recordación:
Corrupción Correcto
Habemus Papa Habemus Papam
Urbi et orbe Urbi et orbi
A grosso modo Grosso modo
De motu propio Motu proprio
Vedi, vidi, vinci Veni, vidi, vici
Sinequanon Sine qua non
Don Juan sugiere traducir bypass por “puente” y to bypass por “puentear”. Pero la mayor parte de los puentes no son baipases. En la parla actual “puentear” es una acción muy característica, la de saltarse la lógica de la jerarquía o del organigrama para relacionarse directamente con la posición más alta. Tiene también un significado deportivo (tirarse de un puente con una cuerda flexible).
Respecto a la hermosa palabra de lubricán (= crepúsculo), Mª Concepción Fernández López sostiene que procede de albicare (= ponerse blanquecido); nada de lupus y de canis, como dice el DRAE. Remacha: “En gallego abrente es sinónimo de amanecer”. Muy interesante. Aquí siempre se aprende algo.