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Juan Manuel Rodríguez

La asignatura "simpatía"

los entrenadores simpáticos han llegado antes que el resto a una de las verdades esenciales del fútbol: son los jugadores quienes ganan y pierden los partidos, aunque cuando pierden muchos el primero que suele pagar los platos rotos es el entrenador

Ahora resulta que la última moda en el fútbol chino consiste en jugar mal a propósito para fastidiar así al "mister". Esto abona la extendida teoría de que la primera, primerísima misión de un entrenador consiste sobre todas las cosas en caerle simpático a su plantilla, no vale de nada cruzar la delgada línea roja del vestuario con el látigo del tiránico capitán William Bligh en la mano porque luego resulta que se te amotina la "Bounty". Y entonces, ¡cuerpo a tierra!... Chi Shangbin se marchó echando pestes de los veteranos del Shenzen Jianlibao por haber conspirado contra él, lo mismo que Camacho se fue del Real Madrid poniendo a los "galácticos" a los pies de los caballos. ¿Estaría jugando mal a propósito Ronaldo para que el murciano dejara de tocarle los cataplines? ¿O es que verdaderamente el "gordito" no le entendía cuando le hablaba?
 
En la escuela de entrenadores debería exigirse, por lo tanto, una asignatura de "simpatía". Los simpáticos sacan al final bastante más partido de sus jugadores que los cascarrabias o los avinagrados. El ejemplo de entrenador español simpático por antonomasia fue Luis Molowny, y Vicente del Bosque siguió luego la estela del "mangas". Ambos fueron (Vicente todavía puede seguir siéndolo) técnicos de indudable éxito. Pero como llamarle "simpático" a un entrenador puede parecer despectivo, (alguien podría pensar que en realidad lo que estás haciendo es llamarle "bobo" por lo bajinis) se dice que estos entrenadores "tienen mucha psicología" o "don de gentes" o alguna cosa parecida que no ofenda a nadie y con la que quedes bien con todo el mundo.
 
Y lo que pasa es que los entrenadores simpáticos han llegado antes que el resto a una de las verdades esenciales del fútbol: son los jugadores quienes ganan y pierden los partidos, aunque cuando pierden muchos el primero que suele pagar los platos rotos es el entrenador. Y si es antipático, con más razón todavía. Los presidentes de los clubes piensan, pobrecitos, que son ellos quienes ponen y quitan al entrenador, pero no, son los jugadores, siempre son ellos. Funciona así hasta en la China, aunque allí parece que es mucho más descarado que aquí. Aquello es una huelga de piernas caídas en toda regla. Aquí se lleva más el bache de juego.

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