Se juntó con las víctimas
del terrorismo,
más que nada por eso
del populismo:
un par de fotos
con los manifestantes
son muchos votos.
Rodeado de escoltas,
en el tumulto,
parece que le echaron
algún insulto.
Yo considero
que en su nombre insultaban
a Zapatero.
Acostumbrado a aplausos
y a parabienes,
le supieron amargos
esos desdenes.
Y tras la ofensa,
se fue a llorar sus penas
ante la prensa.
Juró haber recibido
una paliza,
con esa dicción suya
rejbaladiza:
que no hay derecho,
y que ejtaba muy trijte
y muy deshecho.
Con diligencia insólita,
la policía
encuentra a los culpables
en sólo un día.
¡Buena cosecha!
Fueron dos militantes
de la derecha.
La SER se felicita,
y en el País,
de gusto y de alegría,
se hicieron pis.
Y Rubalcaba,
como ya es su costumbre,
brindó con cava.
¡No puede haber escena
más suculenta!
Son el Pepé y las víctimas
turba violenta.
Toda esa grey
parecen guerrilleros
de Cristo Rey.
Y, así, ya está servida
la estratagema:
el Pepé siempre ha sido
derecha extrema.
Y el que lo vota
o es un facha y un ultra
o es un idiota.
Todo estaba perfecto,
si bien se mira,
salvo por un detalle:
que era mentira.
Tal pequeñez
no pasó inadvertida
al señor juez.
No había ni una imagen
con agresiones,
ni se hizo parte médico
de las lesiones.
Y nadie lleva
ni testigos, ni aporta
ninguna prueba.
Pero a algún ministrillo
de este Gobierno
lo que digan las leyes
le importa un cuerno.
Ordeno y mando,
que en gerundio se dice
prevaricando.
“Como el inspector jefe
no ve delito,
pues, con un par, agarro,
voy y lo quito.
Rápidamente,
le doy el caso a otro
más obediente”.
“Ese inspector cenizo,
¡vaya malaje!
Poco más y nos chafa
todo el montaje...”
¡Palmas y oles!
¡Que este Gobierno ejerce
con dos bemoles!
¡Qué salero más grande
—arsa pilili—
tiene el ministro Bono,
el de la mili!
¡Pilili y arsa!
¡Y el de Interior, qué arte
para la farsa!