Si el PP logra su quinta mayoría absoluta en Galicia el domingo, será contra viento y marea. Las flores de invernadero de la corrección política se asustan de las inconveniencias verbales de Fraga, pero no van a ser esos defectos del presidente gallego los que inclinen la balanza. Con esos y otros ha ganado en cuatro ocasiones. El PP ha obtenido la mayoría de los votos en la región pese a trances como el Prestige, la guerra de Irak y el 11-M. Fraga se presta a la caricatura, pero ese árbol no ha impedido hasta ahora a los electores ver el bosque: el despegue económico y social de Galicia, negado siempre por la oposición, ha sido una realidad.
Esa realidad puede jugar contra el PP en estos comicios. Y por dos vías distintas. El PP, como suele hacer, ofrece buena gestión, pero éste es un mensaje insuficiente en sociedades que ya han alcanzado cierto nivel de prosperidad. Y ahora no controla el grifo del dinero estatal. Una gran mayoría de los gallegos perciben que el gobierno central maltrata a la Comunidad y sería de ilusos no colegir que la tentación de alinearse con el viento que sopla de Madrid será fuerte.
Por si alguien no tenía claras las ventajas de un tal aparejamiento, Rodríguez se ha encargado de iluminarlo en sus tournés por la región. Ya fuera con el símil de la bicicleta: “necesitas dos pedales, el del gobierno de España y el de Galicia”, o con un “no regatearé ni un euro del presupuesto de España para apoyar al gobierno de Touriño”, pocas veces se habrá hecho un chantaje tan transparente al electorado. Y eso por parte de quienes suelen acusar a Fraga de “comprar votos”. Que son los mismos del “plan Galicia de mier..” y los mismos que han preferido atarse a sus insaciables socios de Cataluña. Pero si hay algún “efecto ZP” que funcione, más allá de los nuevos votantes, será la promesa del maná estatal.
Con el desgaste de cuatro legislaturas seguidas, olvidados ya el desastroso bienio bajo la batuta socialista y los desmadres del felipismo, con una política educativa y cultural seguidista del nacionalismo y un sector de nuevos votantes que ha nacido a la política bajo las campañas de agit-prop de la izquierda, el PP en Galicia tiene poco a favor y mucho en contra para alcanzar los 38 escaños que necesita. Y si bien la franja opaca de las encuestas suele corresponder al voto de la derecha, es posible que se esté preparando discretamente un trasvase en sentido contrario. No se sabrá hasta el final.