El proceso de negociación con ETA iniciado por Zapatero se basa en dos grandes mentiras. La primera es que no habrá dialogo con los terroristas hasta que estos decidan de forma previa abandonar definitivamente las armas. La segunda es que no está dispuesto a pagar ningún precio político porque ETA deje de matar. El presidente aparece así atrapado en sus propias contradicciones sin otra opción que la huida hacia adelante. Sólo así puede entenderse que Zapatero se obceque en continuar adentrándose en este proceso de diálogo con los asesinos a pesar de las bombas de ETA y frente al masivo rechazo a la negociación con los terroristas expresado por la ciudadanía en la calle.
Los datos que apuntan a la existencia de contactos previos entre el Partido Socialistas en Euskadi y Batasuna, así como entre la propia ETA y el Gobierno son innumerables. Los medios de comunicación han aportado en los últimos meses, especialmente en el País Vasco, informaciones con fechas, lugares e interlocutores de contactos entre socialistas y batasunos. Algunas de estas informaciones han tratado de ser desmentidas total o parcialmente, pero en otras ni siquiera lo han intentado. En todo caso, es un clamor más que un rumor la existencia en el País Vasco de estos contactos exploratorios entre socialistas y abertzales.
La existencia de conversaciones entre el Gobierno y ETA es un secreto mejor guardado, pero existen también numerosos indicios que apuntan hacia su existencia. Desde la conversación grabada entre un preso de ETA y su abogada confirmando la existencia de ese diálogo, hasta el desliz cometido por Fernando Savater desvelando una oferta concreta de dialogo por parte de ETA. El Gobierno insiste en que no sólo no ha existido dialogo, sino que éste no se producirá hasta que ETA abandone definitivamente las armas. Es muy posible que no exista aún una negociación formal y directa entre el Gobierno y la actual dirección de la banda terrorista, pero tiene toda la lógica que deban existir contactos preliminares e indirectos para propiciar esa negociación. La obcecación de Zapatero en negarlo, frente a datos cada vez más numerosos y contundentes y contra la propia lógica del proceso por él iniciado, se convierte en realidad en una gran vulnerabilidad para su propio Gobierno.
La segunda mentira es la negativa de Zapatero a pagar un precio político por la paz. En realidad no sólo se está en disposición de pagar ese precio, sino que un anticipo importante del mismo se ha abonado ya. La presencia de Batasuna en el Parlamento Vasco, en clara contradicción con lo establecido en la Ley de Partidos vigente, es en si misma una clara concesión del Gobierno a ETA con el fin de favorecer el proceso de negociación. ETA ha podido así volver a las instituciones democráticas sin necesidad siquiera de tener que renunciar al uso de la violencia.
El segundo plazo del precio político a pagar lo anunció Zapatero en plena campaña electoral vasca. El Presidente se comprometió entonces de forma solemne a la elaboración de un nuevo Estatuto consensuado por todos los partidos políticos vascos que sustituyera al, según los nacionalistas, ya superado Estatuto de Guernica y a celebrar además un referéndum para ratificarlo en un plazo de dos años. Con este compromiso electoral, Zapatero estaba en realidad aceptando la oferta lanzada poco antes por Batasuna en Anoeta para la apertura de dos mesas de negociación, una entre los partidos políticos vascos para resolver el conflicto político y otra entre ETA y el Gobierno para afrontar el final de la violencia.
Así, sobre la base del denominado Plan López, un copia minimamente edulcorada del Plan Ibarretxe, Zapatero está dispuesto a negociar con Batasuna la elaboración de un nuevo Estatuto que aunque no satisfaga plenamente todas las demandas políticas de ETA, pueda lograr que los terroristas lo consideren una plataforma política suficiente como para poder dar el salto definitivo hacia la independencia y la anexión de otros territorios, incluso sin necesidad ya de utilizar el terrorismo.