El ministro de Trabajo, Jesús Caldera, ha necesitado sólo treinta días para poner todo patas arriba. Hace un mes que se cerraba el plan del Gobierno para la regularización de la inmigración ilegal y Caldera tiene en pie de guerra a todos aquellos que deberían poner en marcha los controles necesarios para que el "montajillo" tuviera un mínimo de continuidad.
Un mes después, los Inspectores de Trabajo y Seguridad Social están encerrados en media España con amenazas de huelga y uno de los Sindicatos más importantes de la Policía Nacional han pedido la dimisión de Caldera por su ineptitud. Es evidente que en la gestión de Caldera hay ineptitud –y mucha– pero hay por encima de todo falsedad. El ministro de Trabajo sabía, de sobra, que este plan de regularización masivo era una huída hacia ninguna parte. Caldera es consciente que ha convertido a España en la puerta de Europa para toda la inmigración. Caldera, en resumen, ha montado una buena mintiendo a la sociedad española.
El titular de Trabajo en los momentos más complicados del proceso de regularización prometió unas fuertes inspecciones y un claro control para frenar la inmigración ilegal. Ahora un mes después se hace evidente que todo era puro humo y que Caldera sabía que esas promesas de control eran imposibles de realizar.
Una más de un personaje que tiene una larga lista de "peculariedades". Caldera fue el que falsificó con "Typpex" un documento parlamentario sobre el Prestige, el mismo que cobijó en el grupo parlamentario socialista la pagina "losgenoveses.com" y el mismo que ha "cambiado de chaqueta" sobre el Archivo de Salamanca algo de lo que en su propia tierra han tomado buena nota.`
Pero en fin, con este historial, con esta trayectoria poco se puede esperar de Jesús Caldera. El problema real es el daño que los "caprichitos y tonterías" de este ministro con la regularización de la inmigración ilegal va a provocar en la sociedad española. Es un maestro de la irresponsabilidad.
