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Aquilino Duque

El Club de Perpiñán y los demonios familiares

La manifestación contra el Club de Perpiñán fue un éxito y de nada sirvieron las mezquinas maniobras disuasorias de sus socios

Los pactos con el diablo se suelen firman con sangre. No fue un secreto el pacto que los socialistas en mayoría insuficiente tuvieron que firmar con los demonios familiares del separatismo para adueñarse del Poder. Tampoco lo fue el pacto previo entre éstos que llevó a la creación del Club de Perpiñán. La sangre la pusieron los muertos de Atocha. Pecan, pues, de ingenuos los que crean que la imponente manifestación convocada en Madrid por la AVT el 4 de junio podría obligar al Presidente del Gobierno a incumplir los graves compromisos contraídos. Es harto elocuente el afán por clausurar la comisión investigadora mientras no hay día sin revelaciones inquietantes. Cómo serán éstas que quienes exigían la verdad ahora no quieren saber nada de ella.
 
La manifestación contra el Club de Perpiñán fue un éxito y de nada sirvieron las mezquinas maniobras disuasorias de sus socios. No sé si una de ellas fue el aviso de “incidencia en la vía” que tuvo al tren en el que yo viajaba la víspera detenido cerca de una hora a la altura de Brazatortas, pueblo natal de Antonio Gala por cierto. A los viajeros se nos dijo que la RENFE nos devolvería el importe del billete. Al concluir la manifestación tuve el honor de hablar con don Francisco José Alcaraz y le dije: “Si yo fuera de izquierdas te diría que me he jugado la vida para asistir a la manifestación, pero como no lo soy te digo que gracias a la manifestación me ha salido gratis el viaje a Madrid.”
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