La campaña de difamación y manipulación informativa orquestada desde el gobierno de Zapatero contra las víctimas del terrorismo, no ha hecho más que recrudecerse desde el sonado éxito registrado en la multitudinaria y ejemplar manifestación del pasado sábado contra la disposición del Ejecutivo de negociar con los terroristas.
Hasta de un entorno tan acomodaticio y timorato como la Secretaría de Comunicación del PP, Gabriel Elorriaga ha tenido la valentía de subrayar la manipulación en “toda la parrilla informativa” de TVE, Radio Nacional de España, canales autonómicos en manos del PSOE y hasta boletines de la agencia EFE que, tras silenciar sistemáticamente durante semanas el llamamiento de las víctimas a la sociedad civil, se han limitado a informar de forma cicatera del espléndido resultado de esa convocatoria, con imágenes que trataban, además, de falsear el carácter multitudinario y pacífico de la misma.
Siendo nuclear esta cuestión de los medios de comunicación,-y que desgraciadamente también ha afectado a no pocos medios privados- no queremos dejar pasar por alto dos hechos que forman parte de esa misma campaña de neutralización de las víctimas. La primera hace referencia a la oferta de Zapatero de recibir a la AVT, todavía sin fecha, pero una vez que hayan pasado las elecciones gallegas. La segunda, hace referencia al nuevo intento de división entre las víctimas perpetrado por Pilar Manjón que trata nuevamente de desacreditar a los convocantes del 4-J.
Si desde el gobierno, la vicepresidenta De la Vega dejó claro el viernes que iba hacer oídos sordos a los manifestantes, el presidente del gobierno, tras el éxito de convocatoria, no ha tenido más remedio este lunes que recurrir a su fraudulento “talante” y decir que recibirá a los convocantes por separado y junto a las demás asociaciones de víctimas. Y decimos “fraudulento” porque si, de verdad, Zapatero quiere oír a las víctimas, empezaría por escuchar las reiteradas peticiones de dimisión de Peces Barba que las víctimas le vienen haciendo desde hace meses. Eso, por no hablar de las alianzas de ZP con formaciones independentistas que, como ERC, llegaron con ETA a los acuerdos de Perpiñán, o de la negativa de ZP a retirar la vergonzosa disposición de su gobierno a pactar con ETA “el fin de la violencia” en el resto del territorio nacional.
Si ZP va a escuchar a las víctimas del terrorismo con los mismos oídos sordos de su vicepresidenta, que al menos no les haga perder el tiempo. Pero en fin, a Prisa no le faltarán los “tontos útiles” que le alaben el “gesto”.
Por lo pronto, el Gobierno del 14-M no hace más que utilizar a su favor a Pilar Manjón, quien este lunes ha llegado incluso a cuestionar el carácter de víctima del presidente de la AVT. “Las víctimas somos víctimas y los hermanos, aunque sean presidentes de una asociación, no son víctimas", ha dicho Manjón refiriéndose a Alcaraz.
No contenta con haber mentido a la opinión pública al asegurar, en un primer momento, que no había sido invitada a la manifestación –queda constancia pública de que sí se hizo- , Manjón ha dado un paso más al poner en cuestión el carácter de víctima a quien ha perdido por asesinato a un hermano y a dos de sus sobrinas pequeñas. ¿Acaso no es víctima del terrorismo Consuelo Ordóñez? ¿No lo son Mikel Buesa o María del Mar Blanco? ¿No lo es el hermano del hijo asesinado de Pilar Manjón?
Por último, habría que recordar a la señora Manjón que ETA estaría tan satisfecha como lo están los asesinos islamistas de su hijo, si cada vez que cometen un atentado, las víctimas y los ciudadanos respondieran satisfaciendo políticamente a su verdugos.
Si Manjón quiere compartir con los asesinos de su hijo el odio a la política del PP, allá ella. Si Manjón quiere culpar del asesinato de su hijo al Gobierno del PP, tal y como deseaban que hiciera los autores del 11-M, allá ella. Los familiares de Miguel Ángel Blanco también podrían haber satisfecho a sus asesinos culpando a la política de dispersión de presos y al gobierno de entonces por no satisfacer las demandas que le hacían los terroristas a cambio de la vida del joven concejal. Pero el caso es que no lo hicieron.
Si Manjón quiere ser presa de su particular “Síndrome de Estocolmo”, allá ella. Pero que no desacredite a quienes, simplemente, no quieren ver al gobierno de su nación tratando, estéril e indignamente, de apaciguar, con concesiones políticas y penitenciarias, a los verdugos de sus hijos, de sus hermanos, de sus padres, o de sus compatriotas.