Se suceden los acontecimientos de forma frenética en la Liga española. Todavía no había terminado de escribir el artículo sobre las dimisiones de Rosell y Bartomeu cuando, aunque no podemos decir que de forma inesperada, también se largó con viento fresco Jordi Moix. Otro Jordi que se va. Desde Tarragona, Joan Gaspart quiso mandarle un mensaje a su amigo Laporta: "tranquilo, Joan, tranquilo, la crisis habrá terminado dentro de una semana". No seré yo quien ponga en tela de juicio cualquier dictámen que, sobre crisis varias, pueda emitir un experto tan docto como Gaspart; él fue quien protagonizó las más sonadas de la última etapa del Fútbol Club Barcelona. Pero sí debe ser cierto que Laporta está irreconocible: su amigo "Sandruscu" dimite y su archienemigo Gaspart le manda mensajes de ánimo y se hace fotos abrazado con él. ¿Hará falta la intervención de un "Hipopótamo Grana" que le meta presión al presidente Laporta?
Por otro lado -y ésta noticia sí que nos cogió a todos a contrapié- Joaquín Caparrós no llegó a un acuerdo con José María del Nido y se marchó del Sevilla, su "equipo de toda la vida". A Del Nido se le atragantó que, justo en el año del centenario del Sevilla, el Betis se clasificara para la Champions League por primera vez en su historia y alcanzara también la final de la Copa del Rey. A Caparrós le ofrecieron sólo un año de contrato y dejaron el segundo (y me parece injusto a pesar de que el personaje no me cae simpático) pendiente de una hipotética clasificación europea. Al final resultará que al entrenador del Sevilla no le echó el "señor Benavente", como llama Manuel Ruiz de Lopera a Del Nido con un puntito de mala "leshe", sino la extraordinaria temporada del equipo entrenado por Lorenzo Serra Ferrer. El Sevilla también tuvo su "centenariazo".