Las categorías políticas ya no sirven para analizar algunos factores del proceso de deterioro de la democracia española. La inmoralidad en el tratamiento de las víctimas del terrorismo, por ejemplo, domina toda la acción del Gobierno. La inmoralidad sigue mordiendo toda la actuación del Alto Comisionado de las Víctimas del Terrorismo. Este señor ya ha dicho que no asistirá a la manifestación a favor de la “memoria, dignidad y justicia” de las víctimas. Ya es la segunda manifestación a la que no asistirá, desde que acepto el cargo. Lo grave de esta decisión es que no ha extrañado a nadie. Resulta sobrecogedor que el representante de los dolientes del terror no asista a su manifestación. Repugna al sentido común, o sea político, de cualquier ciudadano el comportamiento de este sujeto.
Aunque bien vista la cosa, me alegro de que el Alto Comisionado no asista a la recuperación de la memoria de las víctimas. Es una tarea demasiado exigente para quien ha hecho de su vida una frivolidad. Un engaño. Rendir culto a la memoria de las víctimas es tarea para hombres moralmente muy desarrollados. Rendir culto a la memoria no es algo al alcance del bárbaro. Rendir culto a la memoria es una experiencia de hombres libres. ¡Exige, siempre, un esfuerzo de titanes! ¡De ciudadanos! No es una tarea para burócratas de partido, para ejecutores de órdenes superiores.
Porque fui de los que observé, desde el primer momento, que Peces-Barba sería incapaz de recuperar la memoria de las víctimas, me siento legitimado para repetir al modo “filosófico” lo escrito, en este periódico, sobre la función que desempeña el Alto Comisionado en ese astuto proceso de desmontaje de la nación española que lleva a cabo el Gobierno de Zapatero. Al poco tiempo de ser nombrado, escribí: “En ese diseño macabro para terminar con la nación democrática, España, es necesario silenciar a quienes más han contribuido a su mantenimiento. Es necesario silenciar, pues, a quienes han dado su vida. Es urgente desmontar las asociaciones de víctimas del terrorismo. La creación del Alto Comisionado para las Víctimas es la pieza clave para desmontar a quienes han venido sustentando con su sangre y, sobre todo, con su civismo democrático el Estado de Derecho. Por eso, Peces Barba no fue a la manifestación del 22 de enero. Por eso, después del éxito democrático de esa convocatoria, han querido criminalizar a las víctimas de ETA. Por eso, siguen sin dimitir Peces Barba, el viejo abogado de los criminales de ETA.” Y, precisamente, por eso tampoco asistirá a la del 4-J.
El 4-J las víctimas, y todo la ciudadanía de bien que les acompañen, saldrán a la calle para decirle otra vez a Rodríguez Zapatero sus sencillas y democráticas verdades.
1º.- Nadie, y menos el presidente de todos los españoles, puede desmontar el Estado de Derecho por el que las víctimas han entregado sus vidas.
2º.- El terror sólo se combate con la ley.