Ha dicho usted, señor Zapatero, que “lo heroico no es la guerra, sino la paz, y la inmensa mayoría ansía la paz”. Obviamente, entre esa inmensa mayoría no están los terroristas, no está Al Qaeda ni está la ETA. ¿Lo está usted? Creo que tampoco, pese a su palabrería. También Hitler solía invocar la paz, y no digo usted y él equivalgan, sino que las invocaciones demagógicas cuestan muy poco y pueden encubrir propósitos demenciales. Usted no está por la paz porque nadie que colabore con el terrorismo, que le haga el juego o claudique ante él puede estarlo. Ni Arzallus, ni Setién, ni Ibarreche, ni Uriarte ni Carod ni usted cuentan entre los partidarios de la paz. Le voy a recordar algunos hechos, de significación infinitamente superior a las palabras.
1.- Usted premió a los autores de la matanza de Madrid dejando a los iraquíes, en lo que de usted dependía, a merced de los asesinos y los tiranos, mereciendo los plácemes de un organizador de la matanza, El Egipcio. No contento con lo hecho, usted incitó a otros países a seguir su siniestro ejemplo. Usted ha adquirido, señor Zapatero, una parte de responsabilidad en los asesinatos indiscriminados del terrorismo islámico, al proporcionar a éste la mayor victoria política en su estrategia de “cuarta generación”. ¿Qué palabras pueden ocultar tal evidencia?
2.- Usted ha echado por tierra toda la obra del gobierno de Aznar, de los ministros Mayor Oreja, Rajoy o Acebes, que habían respondido al terrorismo con la única política aceptable: aplicar la ley a los asesinos sin admitir sus pretextos demagógicos. Única actitud aceptable para una democracia, pues la llamada negociación o diálogo supone reconocer el asesinato como una forma de hacer política. Los anteriores gobiernos habían logrado poner a la ETA contra las cuerdas, por primera vez desde la Transición.
3.- Ahora, en cambio, la ETA ha recuperado el terreno perdido. Ha vuelto a ser legalizada y empapela las Vascongadas con mensajes de arrogancia triunfalista; se le ha entregado el censo de los ciudadanos en las Vascongadas, convirtiéndose el gobierno en colaborador informativo de los asesinos y contra los ciudadanos; se le promete participación en la reforma del estatuto, que, tras la amplísima autonomía actual, sólo puede consistir en pasos abiertos a la secesión; en honor de los pistoleros se ha liquidado el Pacto Antiterrorista. La ETA, en plena euforia, se permite de nuevo amenazar a los ciudadanos con campañas de bombas que de momento “sólo” causan heridos, como advertencia al gobierno contra cualquier paso atrás en el camino de las concesiones ya realizadas por usted a cambio de nada. ¿A cambio de nada, he dicho? ¡A costa del estado de derecho, de la ley y de la libertad en las Vascongadas y en toda España! El mensaje que usted transmite a los ciudadanos es que el terrorismo paga ¡y tanto que paga!; y que la ley y la democracia son impotentes frente a tal colusión de un gobierno con los criminales.
4.- Los extraordinarios beneficios otorgados por usted a los terroristas redundan, lógicamente, en el intento de dividir y desacreditar a sus víctimas más directas. Los ataques solapados y ruines de su gobierno a esas víctimas forman ya un largo rosario. La reciente negativa al homenaje a Miguel Ángel Blanco en Ermua, o los intentos de impedir y luego estorbar la manifestación convocada para este sábado, constituyen otros tantos actos de homenaje de usted y su gobierno a los asesinos.
No voy a seguir, señor Zapatero, porque se me hace mala sangre. Su verborrea, su demagogia vacua, de vieja españolada, me produce repulsión. Usted ha colaborado con el terrorismo islámico, y colabora con el terrorismo interno y con el separatismo, usted se alía con tiranos y demagogos tercermundistas, todos ellos tan pacíficos como usted mismo, que para llegar al poder organizó campañas de agitación y violencia callejera, expandiendo por toda España el clima social hasta entonces restringido a las Vascongadas, donde las largas complicidades con los pistoleros han arruinado prácticamente la democracia. ¿Qué palabrería puede borrar estos hechos, ocurridos ante los ojos de quien no quiera cerrarlos?