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Agapito Maestre

Víctimas, Alto Comisionado y 4-J

El debate sobre el terrorismo, menos aún la negociación con los asesinos, es un engaño, mera filfa para adornarse políticos ventajistas, sin contar con las víctimas reales, directas e indirectas, o sea todos los españoles, del terror de ETA.

Excepto los sinvergüenzas, nadie pone en duda tres evidencias. Primera, el Gobierno está maniatado en su vergonzosa negociación con ETA. El Gobierno ha llevado a la nación a una situación lamentable. Segunda, la Oposición, o sea el PP, sigue denunciando la estulticia de un Gobierno que huye del sentido común. Tercera, las víctimas son divididas con más pena que gloria por el Alto Comisionado, que Rodríguez ha puesto ahí para ejercer esa indigna función. Digamos algo sobre esta “institución” de carta al 4-J.
 
Poco me importa la asistencia del Alto Comisionado a la manifestación del próximo sábado, porque su carencia de legitimidad y falta de moralidad compiten con su estulticia política al intentar expulsar de la vida política a las víctimas de ETA. Alejar a las víctimas de la vida ciudadana, es decir, de cualquier exigencia de justicia, de funcionamiento cabal y sin trampas del Estado de Derecho para todos los españoles, y no sólo para las víctimas como algunos se empeñan en tergiversar, es el principal y perverso objetivo de Peces-Barba. Reducir, casi maniatar, a meros objetos de compasión, algo de piedad y mucho de limosneo anticristiano, a las víctimas es la principal estrategia de Peces-Barba.
 
Es como si la víctima tuviera que reconocerle al asesino su absoluta derrota. Para el Alto Comisionado la víctima no está capacitada para hacer política. No puede ejercer la ciudadanía. No puede hablar sobre la negociación del Gobierno con ETA. Terrible es el papel que desempeña este Peces-Barba, pero tan real que hay gente, e incluso gentuza, dispuesta a cerrar los ojos ante esta impostura política. Muchos son los periodistas, por poner ejemplos cercanos, que quieren eludir el asunto, pero la vida, o peor, la falta de compromiso democrático les hará pagar su error en el futuro.
 
El debate sobre el terrorismo, menos aún la negociación con los asesinos, es un engaño, mera filfa para adornarse políticos ventajistas, sin contar con las víctimas reales, directas e indirectas, o sea todos los españoles, del terror de ETA. Sólo por eso, aunque existieran otras mil razones, deberíamos asistir a la manifestación convocada por la Asociación de Víctimas del Terrorismo el día 4 de junio. Los medios de comunicación tienen la obligación profesional de explicar bien las razones de esta convocatoria, porque nos va en ello la vida democrática. Muchos periodistas, por supuesto, tratan de contar lo sucedido con imparcialidad, pero pocos renuncian a crear un estado de opinión. Sin embargo, me preocupan algunos, especialmente quienes han hecho de la crítica tosca al terrorismo un negocio, que ya colaboran de modo callado y trincón con el Alto Comisionado en el trabajo de dividir las opiniones de las víctimas ante la bochornosa negociación de Rodríguez con ETA.
 
Y, sobre todo, tenemos que cuidarnos de quienes reducen el problema del terror a una cuestión que sólo deben tratar los vascos. Éstos, además de malvados, son estultos. El otro día leí a uno de estos periodistas, que daba una larga lista de nombres para que debatieran tranquilamente entre ellos, y todos eran vascos. ¡Extraño! ¿Cómo si Alcaraz, Ulayar, Herrera, Jiménez Losantos, Alonso de los Ríos, Martín Prieto, Maestre y cuarenta millones más de apellidos españoles no tuvieran nada qué decir sobre el terrorismo?

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