53 por ciento y 54 por ciento a favor del “no”, son los dos últimos resultados de los sondeos. Sí, sigo con el temor de que a la hora de la verdad –y teniendo en cuenta el impresionante chantaje político-mediático a favor del “sí”– haya electores, hoy dispuestos a votar “no”, que se asusten y se abstengan. La permanencia en las intenciones de voto del rechazo a la Constitución, es interesante y positiva, y claro, enfurece a los “constitucionales”, cada vez más agresivos. De todas formas, el debate sigue siendo un aquelarre, porque partidarios o adversarios de la Constitución defienden los mismos objetivos: la Europa “social”, y no “liberal”, el papel predominante de Francia en Europa, y en el mundo, la Europa potencia anti USA, etcétera. Para lograrlo hay que votar “sí”, para los unos, “no” para los otros. Todos esperan el show del Gran Hermano Chirac, mañana jueves por la tarde, en TFI. Este espectáculo, planeado por su hija Claude, directora de la comunicación de su padre Presidente, les resulta a muchos escandaloso. Chirac no va a discutir con otros políticos, ni siquiera con periodistas del gremio, sino con ochenta jóvenes triés sur le volet (seleccionados) por un instituto de sondeos, y apostamos a que habrá partidarios del “no” que saldrán del guateque convencidos por el Presidente de que hay que votar “sí”. Junto al Presidente y al eterno Poivre d´Arvor, estrella de la cadena, para animar la fiesta, no habrá periodistas, sino presentadores de telebasura. Y muchos se escandalizan por esa manifestación de “política-espectáculo”. Pero no voy a condenar sin pruebas, veremos lo que ocurre el jueves.
Como en el batiburrillo de la campaña, en el centro de la polémica está la cuestión de los “servicios públicos”, con su inevitable corolario: la Constitución los garantiza, la Constitución los destruye. Pero vayámonos a los hechos. Por ejemplo, el servicio de Correos. Este es uno de los monopolios estatales que, desde hace decenios, pierde dinero, pero como todos los monopolios estatales están en la misma situación, el déficit público crece de manera vertiginosa, y hace tiempo que los sucesivos gobiernos se han esforzado para que se conviertan en rentables, e incluso que generen beneficios. ¡Qué espanto! Una de las medidas para rentabilizar Correos ha sido la de cerrar en zonas rurales las oficinas con poca actividad, y, por lo tanto no rentables. La indignación ha sido general y con motivos: ¡no vamos a hacer treinta kilómetros para encontrar un buzón! Nadie, lo que se dice nadie, ha pensando en una medida de sentido común y de corte relativamente liberal, la organización en esas zonas rurales, de un servicio de Correos que rompa el monopolio estatal. Pero puede haber otras técnicas, una red de estafetas, no a caballo, como antaño, sino de camionetas, que lleguen a los más recónditos lugares, en manos de empresas privadas. Por otra parte, el actual sabotaje de Correos, en defensa del “servicio público”, me parece suicida.