El presidente del Gobierno ha expresado públicamente en varias ocasiones su deseo de negociar con ETA. La decisión de consentir la presencia del Partido Comunista de las Tierras de España, el nuevo brazo político de la banda terrorista, en las próximas elecciones autonómicas, es plenamente coherente con esa estrategia de negociación. La enorme tristeza es que el dialogo que pretende iniciar y las concesiones que ya a empezado a otorgar a los terroristas sólo va a servir para resucitar una ETA a la que la política de firmeza de Aznar había conducido al borde mismo de la derrota.
El PSOE está reproduciendo parcialmente la estrategia antiterrorista de los peores gobiernos de González. Entonces se practicaba un doble juego que consistía en asesinar etarras a través del GAL como instrumento de presión para conducir a la banda a una mesa de negociación. Ahora se pretende reforzar la presión policial con el fin de conducir a los terroristas al diálogo con ZP. Así, cuando el Ministro del Interior exhibe las operaciones antiterroristas de su departamento como prueba irrefutable de la ausencia de contactos, hay que decirle que ese truco ya lo conocemos. Mientras Guardia Civil y Policía Nacional luchan denodadamente contra ETA, ahora legalmente, el PSOE busca dialogar con ella.
Todo apunta a que se han establecido ya los primeros contactos. Las conversaciones grabadas a la abogada de batasuna que se entrevistó con un preso etarra, decisivas para la ilegalización de Aukera Guztiak, así lo indican. En el País Vasco, el dialogo entre socialistas y batasunos es un secreto a voces, aunque sea difícil aportar pruebas fehacientes que sin duda terminaran apareciendo. Otros buenos amigos de Zapatero, como el portugués Soares o el italiano Cossiga, han mantenido también contactos con ese mundo, no sabemos bien con que fines.
El objetivo de estas conversaciones preeliminares y secretas parece ser arrancar un alto el fuego a la banda que permita establecer un contacto directo y público del Gobierno con los terroristas. Esa tregua de ETA es la gran baza electoral que Zapatero está esperando para poder obtener una mayoría absoluta que le permita gobernar cómodamente por un largo periodo de tiempo. En ese supuesto, el ansia infinita de paz y la estrategia de dialogo de Zapatero habrían logrado acabar con casi cuatro décadas de terrorismo. Es fácil imaginar el rédito electoral que los socialistas podrían extraer de ello.
Por otra parte, el abandono de las armas por parte de ETA permitiría también normalizar, catalanizar para ser más precisos, la vida política en el País Vasco. Así, la alternativa al PNV con la que sueña el PSE de López no es una mayoría constitucionalista con el PP, sino una coalición con los independentistas de izquierda, la Batasuna post ETA, de forma similar al pacto que mantiene Maragall con ERC.
Zapatero tiene así dos grandes incentivos políticos para hacer que ETA abandone las armas. Por un lado, la posibilidad de que los terroristas accedan al gobierno del País Vasco, desalojando además del poder al enemigo más íntimo y el competidor más peligroso de los batasunos, el PNV. En segundo término, ZP les puede ofrecer un nuevo Estatuto que colme muchas de las aspiraciones políticas de los terroristas, de forma también paralela al Estatuto que se prepara en Cataluña.
Batasuna ha emitido dos señales positivas a esta posibilidad. Por un lado, Otegui ha mostrado públicamente la disponibilidad de la banda para la negociación. Segundo, Batasuna abandona la estrategia de Estella, consistente en forjar un frente nacionalista, para asumir la tesis de Zapatero de la necesidad de un acuerdo de todas las fuerzas “democráticas”, es decir, de todos contra el PP.