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Guillermo Rodríguez

El dichoso balón de Beckham

¿Cómo demonios ha podido permitir eBay que un dichoso balón de fútbol cercene su credibilidad? Pablo Carral, un gallego que asistió al partido de semifinales de la Eurocopa que enfrentó a Inglaterra y Portugal, apresó el balón que David Beckham mandó allende las nubes durante la tanda de penaltis. El chaval gozó de sus quince minutos de gloria: le entrevistaron las televisiones británicas, las radios y la prensa. Consciente del objeto que tenía entre manos, guardó el balón en la caja fuerte de un banco. Incluso un rotativo le ofreció 18.000 euros por el esférico, propuesta que Carral rechazó por una opción mejor: subastar el balón en eBay.
 
La puja dio comienzo el 12 de julio al precio de salida de un euro. Todo fue relativamente normal hasta el martes, cuando comenzaron a aparecer las primeras ofertas millonarias. Primero seis millones, luego nueve y, finalmente 10 millones de euros... ¡10 millones de euros por un balón! Debe tenerse en cuenta que Beckham no es Matisse, menos aún Van Gogh, tampoco la primera edición del Quijote. Es un futbolista que probablemente dentro de unos años tenga que ganarse la vida comentando partidos de fútbol. Es decir, el valor potencial de lo que toca tiende a cero a medida que pasan los años. ¿Quién sería capaz, por tanto, de ofrecer tamaña cifra por un mero esférico? Un bromista. Nadie más.
 
eBay constató que el tema se le fue de las manos el mismo miércoles. Solicitó la ayuda de las delegaciones europeas de la compañía para que supervisaran la veracidad de las pujas que se presentaban. Porque seguían subiendo. A partir del jueves la cosa comenzó a desinflarse como una cuenta atrás: 10 millones, 6 millones y, finalmente, 24.000 euros. Que es mucho dinero, pero una birria si se compara con los 10 millones.
 
La compañía de subastas siempre se ha caracterizado por su seriedad en materia de comercio electrónico. Su sistema de pujas funciona rematadamente bien y los falsos pujadores son la excepción, no la norma general. Pero la delegación española, en vez de atajar la broma del balón de Beckham en cuanto se les fue de las manos, contribuyó a alentarla. La responsable de Comunicación y Relaciones Públicas de eBay, indicó al diario El País que los diez millones de euros ofertados le parecía una cifra “demasiado alta” y no creía “que la gente esté dispuesta a pagar más dinero”. No es que estuviera dispuesta a pagar más dinero, es que nadie iba a desembolsar diez millones de euros. Hubiera quedado mucho mejor si la declaración la hubiera cambiado por esta otra: “Es una cifra imposible de pagar y, en aras de mantener la reputación de eBay, la compañía ha decidido cancelar la subasta”. Pero no lo hizo.
 

 
La descarga de música, programas y películas se ha duplicado en un año, apunta un estudio de la firma CacheLogic. Normal. Lo que no se puede es intentar generar lástima (“nos roban”, “la música desparecerá”, “Hollywood se arruina”) y, al mismo tiempo, aplicar la parte más dura de la ley amenazando a los usuarios que utilizan las redes P2P con meterles en la cárcel una buena temporada. Al final consiguen todo lo contrario: los usuarios “piratean” como represalia a las amenazas.
 

 
Google compró a la empresa de fotografía digital Picasa y las especulaciones se dispararon... ¿pretende el buscador extender sus tentáculos hasta la fotografía? Podría ser, por qué no. Ya lo ha hecho con el correo electrónico y la cosa le ha salido francamente bien. Hay quien sostiene que no será el único avance de la compañía. Hasta 12 herramientas nuevas predicen que puede lanzar en los próximos meses. A mí, la verdad, no me extrañaría.
 

 
Hay que tener fe en ti mismo, o llamarte Steve Ballmer, para presumir de que tu compañía (Microsoft) está atravesando “el mejor año de toda la historia” y que no se te caiga la cara de vergüenza. La compañía con sede en Redmond estará ganando más dinero que nunca, pocos lo ponen en duda, pero su credibilidad se hunde a medida que pasan las semanas. A medida, en fin, que siguen apareciendo fallos de seguridad en sus productos. Ballmer, al que no le vendrían mal unas vacaciones, aprovechó también para arremeter contra Linux, sistema operativo al que acusó de ser tan solo “un buen clon de Unix” y augurar que perderá su batalla frente a Windows. Se huele el miedo en Microsoft.
 

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