Todos roban, todos los políticos de un bando o de otro lo hacen, directa o indirectamente, sin pudor de ninguna clase. Unos roban mejor que otros. Y a otros se les da mejor denunciar a los que roban cuando los que lo hacen son sus rivales. Pero no lo duden, todos, absolutamente todos roban. Ya con cobrar lo que cobran están robándole al pueblo, con descaro.
Roban al tolete cuando cobra esos salarios monstruosos, roban cuando en medio de una reunión se duermen, o hacen como que están leyendo mensajes importantes en sus móviles y en realidad están jugando cualquier juego de esos, o viendo pornografía. Pero todos, señoras y señores, sin la menor pizca de vergüenza, roban.
Han sido elegidos para arreglar el mundo, para que haya prosperidad, y en realidad lo único que les importa e interesa es arreglarse ellos su mundo a su manera, y enriquecerse cada día más a costa de los demás.
No hay uno que no meta la mano en el bolsillo de los que los hemos elegido, de una forma u otra. Roban cuando mienten, roban cuando hablan tonterías (una por minuto a veces), y a eso lo llaman discursos. Roban cuando comen y cenan en esos grandes y caros restaurantes pagados por el contribuyente.
No lo duden ni un instante, no actúan más que como vulgares rateros, cacos de pacotilla, ladronzuelos desvergonzados, trajeados de Armani o de Boss, calzados de piel de cocodrilo. Roban cuando se van de vacaciones a sitios de ensueño del planeta que ni usted ni yo con nuestro trabajo podremos visitar nunca.
Roban cuando arman congresos que cuestan una millonada para alardear de que se esfuerzan en nombre del pueblo. Roban cuando cabecean en esos mismos congresos, de los que ellos mismos se aburren. Roban cuando juran y luego se montan un show sensacionalista, como si se tratara de monarcas o sultanes de otros tiempos.
Se la pasan asaltando a los otros, a mano armada, y a jeta armada. Nos asaltan cuando nos imponen impuestos que ellos mismos no pagan. Nos desbancan cuando nos quitan el derecho a un seguro social, cuando nos privan de los hospitales, cuando nos arrebatan nuestros trabajos, creando con sus políticas socialistas y de recortes una tasa de desempleo abismal.
Nos pillan y nos roban cuando les damos pie a que lo hagan, apoyándolos, votándolos, siempre a los mismos. Siempre las mismas caras, siempre las mismas manos enfundadas en los mismos guantes de gánsteres y malhechores.
Son todos unos delincuentes, que han secuestrado la democracia, que han secuestrado el mundo, que han secuestrado nuestras vidas.
Son todos unos pamplineros, unos ineptos, unos traidores. Roban porque sí. Roban hasta cuando respiran, entre una estúpida frase y otra todavía más imbécil. Roban.
Roban, todos roban. Pero no son los únicos. Aquellos que los apoyan desde la prensa y los medios, cuando los ladrones se llaman socialistas, también son unos rateros putrefactos. Tan ladrones como ellos. Y no estoy usando una metáfora.
Todos roban. Es un asco. Es la realidad que impusieron unos piratas tierra adentro. Es lo que trajo el barco.