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Zoé Valdés

Sano ejercicio bergsoniano

He pasado la semana llorando, enferma, con una profunda depresión, hasta que esta tarde me dije, como buena bergsoniana que soy, que me iba a empezar a reír, pero no de todo, no de las cosas serias que me parten el alma.

Pese a que he estado medio indispuesta en las últimas horas no he podido evitar despatarrarme de la risa cada vez que pienso en los últimos acontecimientos en este mundo de hoy tan manoseado y apachurrado.

Pronto se celebrarán elecciones presidenciales en Francia, ya les he contado algo del tema en las últimas semanas, y los que verdaderamente están caldeando la atmósfera volviéndola parcialmente interesante son los dos extremos: el Front National de Marine Le Pen y el Front de Gauche de Jean-Luc Melenchon. Son estos dos peligrosísimos iluminados, los dos peores extremos inimaginables, los que están convirtiendo esta sosa campaña en una especie de partido de fútbol donde se patean ideas a ultradiestra y ultrasiniestra. Los demás, caídos al campo, tumbados al sol fumándose la marihuana de lo políticamente correcto.

Sin embargo, se atiende y se promueve más al candidato de la ultragauche, que a la candidata de la ultradroite, lo que sin duda alguna beneficiará a aquel que menos cáscaras de plátano hable. Lo que a estas alturas ya resulta difícil. Es fácil borrar los horrores del comunismo para subrayar los del nazismo.

Por otro lado dice el escritor Mario Vargas Llosa que está preocupado por la cultura del espectáculo a secas. Pues vivimos en pleno mundo del espectáculo, no es la cultura, es todo. Gran Hermano de Orwell se quedó mocho y lloriqueando por los rincones. Ideas, pensamientos ¿qué son esas antiguallas? No, qué va, todo se resuelve con el exhibicionismo y la malacrianza como despropósito.

A la entrada de una exposición de retratos supuestamente artísticos de escritores se abría con la foto de una de estas "jóvenes promesas de las letras" que empezaron a escribir novelas con cuarenta años y a publicarlas con casi cincuenta, y todavía se las sigue llamando jóvenes, nomás porque hablan ceceando, no pueden construir dos frases coherentes ya que si la lengua les cecea el cerebro les cancanea, encuera que no desnuda, más podrida que la falsa manzana con la que posa, como no podía ser de otra manera, junto al único premio Nobel que reconoce la izquierda iberoamericana porque es amigo del tirano que usurpa el poder en Cuba desde hace más de 53 años, y de su hermano bobo de la yuca. Ni siquiera el propio Mario Vargas Llosa aparecía destacado junto al premio Nobel de izquierdas, haciendo la contrapartida como un premio Nobel liberal. No, al Nobel liberal que todavía escribe claro y alto, lo mandaron a la sala segundona, menos mal que destacado en una pared de "consuélame, Consuelito". El resto, a salas de tercera, aunque allí había primerísimos escritores del boom y de bien. Así nos impusieron el espectáculo simple y llano, que pudo con el talento del fotógrafo, pobre traidor de sí mismo, en aras de atraer a un público ávido de hurgar en su propia caca blanda acumulada en la masa cerebral. Al final, chúpese el dedo más largo y gordo.

Sin contar que los norcoreanos lanzan un cohete de esos nucleares, y se les echa a perder en el camino, por nada les revienta en las cabezas; pero ellos siguen experimentando al tuntún, a ciegas, con el beneplácito de los irresponsables que dirigen este mundo.

Repasemos nuevamente la actualidad cubana. Desde hace 53 años no ha variado ni un milímetro. Todo se reduce a lo mismo con lo mismo: a una valla que paga un descarado de Miami exigiendo la libertad de los cinco espías terroristas, y a la misma valla que es quitada horas más tarde porque un grupo de cubanos con vergüenza y dignidad protestaron por su presencia. Bien hecho, ¿quién coño, pagando la misma valla pero con contenido distinto, podría instalarla en la Plaza de la Involución castrista con un letrero bien grande que rezara: "Liberen a Sonia Garro Alfonso, a Ramón Alejandro Muñoz, a Andrés Carrión Álvarez, y al resto de los presos políticos", sin que antes no le cayera encima una turba de hijos, nietos y bisnietos de Lina (*) para ripiarlos antes de que enroscaran la primera tuerca de la valla? Nadie, así que no me vengan con que la libertad de expresión ni la cabeza de un guanajo, ni un cariño, ni una malanga... Idea de Luis Alberto Ramírez.

Un entrenador de pelota que lo que tiene en el cerebro es un chícharo por neurona partido en tres: con una parte ama a Fidel, con la otra ama a Chávez y con la tercera supongo que ame a Raúl o a Ricky Martin que ahora hace del Che en Broadway, es suspendido durante cinco juegos por hacer la apología del castrismo en una revista people. Fíjense que no escribió un ensayo sobre el tema, no, él lo que hizo fue escupir su rabia en contra de los cubanos, lo que todavía nadie ha visto, su racismo y segregacionismo, y después pide perdón y mete la muela bizca con pucheros adjuntos y buscavidas que ya conocemos... Yo no lo hubiera suspendido por cinco juegos, lo habría suspendido por la vida entera. Es más, el que lo puso al frente de los Marlins no tiene un chícharo por cerebro, lo que tiene es media lenteja, o una lasca de lentejuela tornasolada por neurona. Lo suspenden, fíjense, no es que lo botan, ténganlo en cuenta. Pero claro, también tengan en cuenta que no escribió una tesis ni un ensayo sobre el asunto.

Por supuesto que el Granma, ese diario que respeta tanto la libertad de expresión, protestó ante el abuso cometido en contra del compañero Ozzie Guillestéin por los gusanos en la mafiosa Miami, lo que no es nada raro por parte de ese diario. Lo que es raro no, rarísimo, es que el periódico local de Miami se altere y se enferme de los nervios y publique un artículo sobre el gran acontecimiento de que Granma haya protestado por semejante comemierdería. Y es que la cosa ahora está así, los periodistas de Granma hacen como que escriben como comunistas, pero están locos por mudarse para el capitalismo de la mafia miamense porque ya la mafia castrense se la conocen al dedillo y ellos quieren experimentar otra novedad. Los del periódico local de Miami hacen como que son capitalistas pero escriben como castristas. Lo que constituye una verdadera pena es que no se quieran mudar definitivo para La Habana. Yo propondría un intercambio de periodistas. A ArtMongol lo cambiaría por el gordo Pedro de la Hoz, y así buscaría el equivalente de cada cual. Ya verán cómo a los dos días a los que irían de Miami a Cuba se les refrescaría la memoria más rápido que estáte quieto y no soportarían tantos días como ha debido soportar, en el anonimato más aguerrido, el patético René González, del que inclusive intento apiadarme sin conseguirlo, porque no es fácil vivir quince años en una cárcel cinco estrellas para mudarse luego a un psiquiátrico con once millones de disparatados pidiendo que liberen a uno que ya hace rato que pernocta entre ellos. Pero la permuta de periodistas, volviendo a ella, no me digan que no sería interesante, al menos haría más entretenido el calvario.

En menos de una semana hemos tenido más de lo mismo: suicidios, aunque ya los presos no se suicidan mediante huelgas de hambre, ahora se ahorcan en el destierro. Los héroes se ven obligados a mendigar por España, esa madrastra patria que ha olvidado la cantidad de españoles que los cubanos recibieron y acogieron en la miseria y a los que convirtieron en indianos enriquecidos que lograron amasar fortunas gracias a la hospitalidad de los inditos con levita. ¿Memoria histórica? Para lo que les conviene.

Por todo esto que les cuento he pasado la semana llorando, enferma, con una profunda depresión, hasta que esta tarde me dije, como buena bergsoniana que soy, que me iba a empezar a reír, pero no de todo, no de las cosas serias que me parten el alma. No, me voy a reír de los descarados que ya se están preparando para invadir Miami, después de haber echado tanta peste de la capital del exilio, me río de los que haciéndose los bichos evitan mencionar la política sin advertir que ese sólo hecho los involucra hasta el cuello y los compromete más con el horror.

En fin, que Cuba sigue en las mismas, y el mundo aunque muchísimo mejor, va hundiéndose en la abulia de los saltimbanquis con dientecillos verdosos de Tartufos y sabandijas, afilándose los dientes porque se imaginan ya en el reino de los cielos de la famosería que es como ellos ven el arte y la literatura. Y yo que sigo considerando que la literatura es un sacerdocio, ya verán cómo me plagian esta frase y la repetirán a diestra y a siniestra, sólo que ellos llevan poco en el convento.

Pauv’re con! Es la frase más inteligente que ha pronunciado un político públicamente. La dijo Sarkozy a inicios de su presidencia. Ah, no, perdón, la siguiente la soltó Castro I recientemente cuando dijo que se reía porque el presidente norteamericano iría a usar guayabera, la prenda de vestir cubana por excelencia que el propio Castro prohibió durante décadas. ¡Qué risa, ahora la que se ríe soy yo recordando que cuando Ronald Reagan se vistió con guayabera cubana confeccionada en la Casa Puig en Miami, todavía los cubanos no podíamos usarla porque el viejo loco, sulfatado de la cabeza y del culo, la tenía rotundamente prohibida!

¡Qué clase de payasón jeringón! igualito que los norcoreanos porque ya en el final se anda todavía jugando a lanzar palabrejas como cohetes, pero éstas se le atragantan en esa zona definitivamente perdida y senil que hace rato le patina en el Puré San Germán que le queda por materia gris. 

 

(*) Lina se llamaba la madre de los Castro.

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