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Zoé Valdés

Ramadán en La Habana

Que ahora transiten del marxismo-leninismo al islamismo extremo no me extraña para nada.

Yo me pregunto hasta cuándo Cuba seguirá sorprendiéndome, y siempre para peor. Hoy me he despertado con la noticia que pueden observar en este video: la celebración del Ramadán en La Habana, en pleno Paseo del Prado, frente a la antigua Casa del Árabe, hoy llamada Unión Árabe, como si los árabes pudieran unirse, para empezar.

Para seguir, nadie ignora que la comida típica del cubano es la carne de puerco, con arroz, frijoles negros, plátanos fritos, maduros o tostones, claro, eso siempre que se consigan los ingredientes, entonces, me pregunto qué ha conducido a estos cubanos a convertirse al islamismo: ¿la verdadera fe? En Cuba la religión practicada en su gran mayoría es el sincretismo entre la religión católica y los cultos yoruba. ¿O ha sido precisamente la falta de puerco la que los ha ido transformando en islamo-hervíboros radicales? ¿O sencillamente han encontrado una vía de escape o una solución para llenarse el estómago al caer la tarde, o sea para comer por la noche, durante el Ramadán, bien sûr?

Tantas personas celebrando el Ramadán en una de las arterias más céntricas de la ciudad en un país que no es islamista no puede ser más que un acto politiquero y extremista, un acto de provocación, y además un acto de captación vergonzosa.

Por mí, verdaderamente, como si el país se convierte entero a la cienciología, lo que en un pueblo como el cubano sería inclusive hasta más coherente, pero puedo entender que a los católicos cubanos les moleste profundamente semejante acto que muy poco tiene que ver con la cultura actual isleña. Con sus creencias no sé, porque como saben, ya lo he escrito antes, los cubanos hacen de todo una religión; o sea, si hasta del marxismo hicieron una religión, que ahora transiten del marxismo-leninismo al islamismo extremo no me extraña para nada. Lo cortés no quita lo valiente y una cosa está emparentada con la otra, a la larga de totalitarismo a pulso se trata.

Lo curioso es que en esa parte de la ciudad, ahí mismo, hace unos años atrás, los cubanos se reunían en burujón pila montón puñados para celebrar otro culto: el de la Permuta. Allí se daban cita miles de cubanos para permutar cuartos por apartamentos más amplios o apartamentos por residencias. Era una verdadera creencia religiosa, una fe ciega en poder cambiar de casa, ampliarse o reducirse, según las necesidades o criterios beneficiosos. Pero ahora, como con una especie de varita mágica, pareciera que aquellos que se fajaban por permutar a una mejor vivienda hoy se han dejado las barbas, se han cambiado de trajes por unos batilongos, y se han dedicado en cuerpo y alma a rezar en la lengua de Mohamed como antes rezaban en la lengua del dios de los gaos. Pero ya saben ustedes lo volátiles que somos los cubanos, lo temperamentales y volubles. Y con tal de comer fanatismo no digo yo adorar a Alá, si ya adoraron al diablo durante más de 55 años, qué más da. Lo que trajo el barco.

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