El miércoles al anochecer hice un vídeo live en Facebook con idéntico titular al de esta tribuna. No duró ni dos minutos. Ni siquiera fue subido, tampoco me dieron una respuesta a la pregunta acerca de lo que sucedió con el vídeo. La censura continúa, ya no es solamente la China comunista y los países totalitarios comunistas los que censuran, también se censura en el supuesto mundo libre.
Hay que tener muy presente que esta situación excepcional de aislamiento marcará pautas y se convertirá en una normalidad, ya nada volverá a ser como antes. No tiene que volver a ser como antes. Los seres humalos tenemos poca memoria. No hemos sido mejores después de ninguna de las horrendas experiencias y tragedias que ha padecido la Humanidad, no tenemos por qué serlo ahora. Cada vez hemos ido a peor, y eso no variará por nada ni por nadie.
En el vídeo de marras me dirigía al presidente Emmanuel Macron y al primer ministro Edouard Philippe, tal como he hecho a través de las redes sociales –puesto que ellos nos han hablado en numerosas ocasiones de que "estamos en guerra"–; pues les decía que necesitamos saber: ¿qué tipo de guerra es esta?, ¿quién nos ha declarado la guerra? ¿Acaso China? Si fuera el caso, que para mí no hay ninguna duda, ¿por qué no se anuncia abiertamente, y en lugar de hacerlo se censura cualquier referencia a una culpabilidad real por parte del comunismo chino? Si de verdad estamos en guerra, y supuestamente esta guerra la desató China, ¿por qué seguimos comprando basura barata inservible a China, en lugar de reabrir nuestras fábricas? ¿Por qué seguimos lamiéndole las botas a Xi Jinping, quien a estas alturas debiera de haber dimitido, en vías de ser enjuiciado por tribunales penales internacionales, capturado y ajusticiado? ¿No es esto una guerra? ¿No están tratando y triando a los enfermos en los hospitales como en tiempos de guerra? Estos jóvenes sí, estos viejos no.
Que nos respondan lo más pronto posible. Porque ustedes viven en el imperio de La La Land, con sus coches lujosos, sus salarios intactos, mientras que a nosotros se nos derrumba nuestra economía y, lo que es peor, nos están matando, sin saber quién ni por qué, y sin darnos la oportunidad de protestar, no digo ya de defendernos ni mucho menos de vengarnos…
El porqué de esta guerra sino-comunista lo tengo muy claro, aunque otra vez me tildarán de loca: implantar el comunismo en el mundo bajo los controles más estrictos que se puedan concebir.
En medio de toda esta tragedia, provocada no sólo por China, también por la complicidad social-comunista del Gobierno de Pedro Sánchez, y de los gobiernos social-tecnócratas del resto de Europa (salvo aquellos países excomunistas que muy a tiempo y por experiencia nefasta propia han prohibido el comunismo), el Gobierno español le regala más de 15 millones a la prensa adocenada y servil. La señora Susanna Griso entrevistó recién a un esclavo cubano, a uno de esos médicos negociados y vendidos por el estado castrista a Lombardía, médicos por los que cobrarán millones, tal como cobraron hace poco (10 millones) por recibir y tratar a los enfermos contaminados de coronavirus que llegaron en un crucero británico a las costas de la bahía habanera.
La infame Susanna Griso entrevistó a un médico que llegó junto a un grupo –¿de médicos u oficiales del Minint o ambas cosas?– llevando en ristre la foto inmensa de uno de los mayores criminales comunistas de la historia, Fidel Castro; ideologizando y politizando así no sólo la medicina, la tragedia. Griso, la misma que arengó efusivamente a que la masa popular saliera a manifestar el 8-M (otra que tiene las manos manchadas de la sangre y flema de más de 10.000 muertos por coronavirus), ha dado voz en su programa a un esclavo castro-comunista representante del régimen tiránico de La Habana. Ojalá vuelva a entrevistarlo cuando todo esto acabe, cuando el médico haya podido liberarse pidiendo asilo político en Italia, y luego más tarde de saltar a Estados Unidos, que es lo que hacen todos: refugiarse en el país del malo Trump.
Por otra parte, esta gentuza que censura (como el dueño de Facebook) y entrevista (como la Griso) a los representantes de los regímenes más perversos y asesinos del planeta son los mismos que de una manera insoportablemente indecente se atracan soltando el término vida cada cinco minutos. No les queda, no les va, no representan la vida, representan la antivida, y su proyecto es precisamente la instauración de la pobreza y de la muerte, igual que en Cuba y en Venezuela, y en todos esos lugares donde ha imperado el horror comunista. Espero también que Susanna Griso entreviste a los enfermos cubanos de a pie, en los desastrosos hospitales cubanos, donde ni siquiera hay jabón ni agua para mínimamente lavarse las manos.
Espero entonces aquí, en mi confinamiento que ya va resultando interminable, a que me respondan: ¿contra quién hay que levantarse y defenderse? ¿O es que ya es muy tarde y todo se ha perdido porque nos han vendido ustedes en su paquete sorpresa al monstruo chino?
Hace apenas unas horas, otra amistad mía se ha contagiado con el Covid-19. Cuenta más de sesenta años. Ya son cinco las personas que conozco contagiadas. A esta persona ni siquiera la han aceptado en un hospital. Por mucho que se ha luchado para que la acepten en un hospital, no ha ocurrido, no ha podido ser. O sea, toca curarse en solitario, desatendido. Son personas que han pagado durante toda su vida seguridad social y seguros adheridos, mutuales costosas. Toca esperar aterrorizado y sufriente. O lo peor, morir en casa, a como toque. ¿Pero de qué coño de vida me están ustedes hablando, partía de sinvergüenzas?