Hasta que Cuba no sea por fin libre, tampoco lo serán Venezuela, Nicaragua y Bolivia... La cabeza de la hidra está en Cuba, pero no quieren enterarse ni siquiera saberlo, algunos por idiotas y otros por bichos. La millonaria industria que ha generado la tiranía castrocomunista, tanto para bendecirla como para condenarla sin que nada suceda, beneficia a muchos y es, faltaría más, inamovible.
Hasta hace unos días no entendía –ni entiendo del todo– el hecho de que continúe llegando a Estados Unidos la nefasta basura humala, que no humana, desde la isla hegemonista. Tampoco entiendo cómo y por qué cuatro empresas de grupos pertenecientes a Moñeta (Trump) siguen vendiendo pollos a Castro y a su Coco Canel, y tan campantes. Que esto ocurra me explica un poco lo anterior.
Así vamos.
Por otro lado, analicen lo siguiente:
El cagonio (ex cubano) es el único que pide que internet sea libre en lugar de exigir primero y esencialmente su propia libertad.
El pasaporte cagonio cuesta 500 dólares y a algunos recibirlo les demora seis meses y hasta año y medio. Conozco a personas cercanas a mí en esa situación.
¿Cuál es el criterio o requisito para que lo entreguen en un día, en una semana, o incluso hasta en tres meses? Como siempre: misterio. Les dejo la intríngulis.
Yo no, no lo quiero ni lo necesito. Desde el primer día hice todo lo posible por evitar servirme de ese trozo de cartón infame. Viajar a Cuba no me interesa. Yo a mi madre la liberé trayéndola conmigo, trabajé duro para conseguirlo. Cada cual escoge.
Obama y los Clinton se inventaron a Generación Y, con Yoani Sánchez a la cabeza, una comunista disfrazada de socialista a la que le encantan los millones y que se convirtió en la primera disidente empresaria –según sus propias palabras–. Hija predilecta de El País, y fanática de todo lo que huela a hueso quema’o.
Moñeta (Trump) tiene ahora, por obra y gracia de sus senadores cubanoamericanos y de los liberales de la izquierda latinoamericana, a Cuba Decide (CubaRecibe, Grants) con Rosa María Payá como líder (otra líder que nadie ha elegido), no ya del exilio, sino de las juventudes latinoamericanas. Una evidente traidora (o tráedolar) de los principios de su padre. Que no sólo no aceptó que el Movimiento Cristiano Liberación eligiera mediante votación democrática a su líder, hoy en prisión desde hace un año y medio, Eduardo Cardet, además ya desde entonces había pactado –mediante una consejera argentina, izquierdosa por demás– el proyecto que tanto dinero y fama le ha dado. Un proyecto basado en la más grande de las mentiras: no vive en Cuba, como ella misma se encarga de declarar. Vive en Estados Unidos, nada más y nada menos que como refugiada política, y sin embargo, no suelta la maletica de rueditas yendo y viniendo de Cagonia.
Pero, como en otros lugares donde la democracia se practica desde hace décadas, allá también las trampas se inventan solas. La tiranía anda manejando la idea de que la disidencia creada y diseñada por ellos pueda por fin lucir y hasta alardear de una cierta libertad que les conviene, puesto que su mayor obra es lavarle la cara a la dictadura y además proveerles de buena parte de la millonada que hacen a costa del dolor del pueblo cubano, o sea, del exilio.
Lo dicho: no se enteran porque no quieren. Y el que se entera y se calla, o por el contrario, desmiente lo aquí escrito con los pretextos de siempre, que si la envidia y etcétera y demás, pues ése, con alguna calderilla se estará tocando.