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Zoé Valdés

¿No querían 'socialismo del s. XXI'?

Siempre advertí de que dos países estaban en riesgo inminente, España y Colombia.

No tengo nada que ver con esos "profetas de la fatalidad" que recién ha calificado de manera directa el presidente Donald Trump en su discurso en Davos, pero hace rato que vengo viendo la desgracia que podía caerles a algunos países con este nuevo "socialismo del siglo XXI", según lo redefinió el golpista y luego presidente electo por los venezolanos, el finiquitado militar Hugo Chávez, y que no es más que comunismo disfrazado.

Siempre advertí de que dos países estaban en riesgo inminente, España y Colombia. Pronostiqué que España caería primero. Recibí no pocas críticas, insultos, ataques, y hasta bromas: "Esta señora ve comunismo por donde quiera", y demás burlas parecidas.

Bien. Me temo, y mucho, no sin profundo pesar, que mi pronóstico se ha cumplido. Ha caído España. Los españoles van aplaudiendo unos, incrédulos otros, reacios otro puñado, hacia el abismo a una velocidad típica del siniestro suceso, y hasta con una rapidez propia de los cubanos en 1959.

Una mujer blanca debe renunciar a una plaza pública en un instituto de no sé qué racial por el mero hecho de que es ¡blanca! La reemplaza una mujer negra. Al momento la prensa publica fotos de esta señora negra con el puño en alto. Negra y puño en alto. Me da igual si este símbolo tiene que ver con el poder de los negros o con lo que sea, y también me da igual si el presidente norteamericano gusta de usar este gesto. El puño en alto a mí me recuerda a Lenin, a Stalin y a la masacre comunista en todo el mundo. Espero que por usar el término negra relacionado con una persona no me acusen de… ¿de qué me pueden acusar, como no sea de decir la verdad y lo que pienso? ¿No es negra esta señora, no se fotografió con el puño en alto? ¿Por qué no acusan a alguien de llamar despectivamente "blancos" a los blancos, que también ocurre y cada vez con mayor frecuencia?

¡Un instituto racial! ¿Para qué sirve a estas alturas de la historia un instituto racial, como no sea para devenir más racistas y para avivar la confrontación, remover odios ya calmados desde la noche de los tiempos, en Occidente al menos? El negocio del racismo gana bien, he ahí el quid, el negocio del racismo llevó a un presidente norteamericano a ganar el Nobel de la Paz sin haber apenas ejercido como tal. Ha sido, por cierto, el presidente que más frentes bélicos abrió bajo su mandato: Barack Obama. Pero, atención, cuidado, nadie le exige que devuelva el Premio Nobel de la Paz, como tampoco nadie se lo reclama a la mentirosa Rigoberta Menchú, cuya biografía, escrita por la venezolana Elizabeth Burgos, recibió el Premio Casa de las Américas en Cuba y desató una leyenda plena de fraudes y engaños.

Eso, sépanlo, son los comunistas camuflados en socialistas, así actúan, y de esa manera se benefician. De forma enérgica y continua.

De otra parte, una militante de Podemos, lesbiana para vergüenza de las lesbianas, no sólo enciende una violenta cruzada contra los hombres, además afirma– en un arranque de ignorancia antológico, sin que le tiemble una pestaña– que la farmacología es machista; añade, incluso sonriente y hasta burlona, que, a los fetos, o sea, perdón, a los sietemesinos habría que matarlos. Esta potencial asesina ya goza de mando en España. Eso también es el socialismo del siglo XXI. Por si lo desconocían, ahí lo tienen, actuando con poder político real y contundente.

No pasa un solo día en que no leamos, veamos, oigamos, los más penosos insultos a la inteligencia provenientes de individuos con capacidad de decisión sobre nosotros y, lo que es peor, sobre nuestros hijos.

El tema acerca de lo que también soltó una de estas mujerongas de Sánchez, de que los hijos no son de los padres, sino del Estado, prueba el nivel de odio que destilan contra la familia y contra todo lo que tenga que ver con las libertades y contra la educación que elijan los padres para sus hijos, que son los principales responsables de su existencia, ¿quién sería capaz de negarlo?

Y, por último, que no será lo último, porque esta gente sin receso trae invariablemente las peores sorpresas en cajas y cajitas de todos tamaños. ¿Han leído ustedes lo suficiente sobre el caso de prostitución infantil en Mallorca, donde lidera el PSOE, o sea, el famoso socialismo del siglo XXI? No, no habrán leído demasiado porque los principales periódicos bajo la égida social-comunista lo han silenciado allí como han podido. A la espera, sobre todo, de que el tiempo transcurra, de que la nata de olvido lo cubra, y hasta de que los que no les perdemos ni pies ni pisada nos demos –como casi siempre– por vencidos. Vencidas también las víctimas, que, cómo no, con eso principalmente cuentan.

Pues todo esto y más es el "socialismo del siglo XXI". Verán las consecuencias, las padecerán, pero recuerden siempre: por este socialismo del siglo XXI han votado buena parte de los españoles. Veremos, después, a llorar que se perdió el tete. ¿No querían y hasta envidiaban el comunismo (repito, "socialismo del siglo XXI")? Pues ahí tienen.

Como dijo aquel coronel, Cornelio Rojas, fusilado en Cuba en 1959 por Fidel Castro y el Che Guevara: "¡Muchachos, ahí les dejo su revolución, cuídenla!".

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