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Zoé Valdés

Manteros en el Parlament

¿Cómo puede un Parlamento, un gobierno, alentar estos actos delictivos?

He visto el vídeo de los manteros africanos negros (hay también africanos blancos, que lo sepan, y en Sudáfrica están siendo masacrados por los negros; nadie lo dice) en el Parlament de Barcelona. Bueno, qué quieren que les diga…

Han ido a presentar un proyecto –dicen-, del cual poco o nada se cuenta en ese vídeo. Me imagino que dicho proyecto tendrá que ver con seguir vendiendo productos copiados, falsos y mal hechos, a bajos precios, sin pagar un centavo de impuestos, claro. Lo de que no pagan impuestos se cae de la mata, inclusive cuando uno de ellos afirma con su cara de concreto armado que llegó niño a España, ilegal, y once años después todavía es ilegal. Pregunto lo que nadie le preguntó en ese vídeo: ¿qué hicieron sus padres o qué hizo él mismo en esos once años para no conseguir ni siquiera un documento de residente? ¿Estudió, trabajó, o se dedicó a ser mantero, o qué sé yo…? Qué expliquen sus trayectorias, que a todos los inmigrantes o exiliados (es mi caso), que hemos tenido que regularizar nuestras situaciones, nos hacen unos interrogatorios en los que debemos contar del pe al pa, y además nos exigen ganancias, además de proyectos de trabajo reales, y no de tupe, no de robo. No delinquiendo mediante la contrefaçon, delito de usurpación y falsificación.

En Francia está terminantemente prohibida la contrefaçon, y si a alguien se le descubre un producto de contrefaçon de marcas es de inmediato penado con multas que empiezan por 500 euros y pueden ir hasta a miles, en dependencia del precio del objeto falsificado y de su precio en ‘boutique’ o tienda.

De modo que ¿cómo es posible que se reciba en un Parlamento, además se proteja, y hasta se le acepte un proyecto a una banda de delincuentes que recientemente intentaron asesinar a un turista en la calle, a pleno día, por el mero hecho de que el visitante de paso intentaba defender a una mujer de un gesto insistente y agresivo de otros manteros?

En Italia, en las playas de España, he sido testigo de las malas e inadecuada formas que tienen de abordar estos manteros. A veces con una falsa amabilidad acosan plantándose delante, e insistiendo en que le compres su pacotilla; en otras, y esas son las peores, se ponen bien bordes, mal educados, y hasta que no les compras algo no te liberas de ellos. En Venecia agarran por el brazo a las mujeres, obligándolas a que se les acerquen, a sus mantas expuestas en las calles, y claro, caes en la tentación de la pena, la piedad, y también del delito.

¿Cómo puede un Parlamento, un gobierno, alentar estos actos delictivos? Esa es la cuestión. ¿Y cómo puede este puñado de atorrantes no sólo llegar tarde a una reunión en el Parlamento, y además usar la justificación de que llegan tarde por culpa de la persecución policial, y para colmo, hacer gala de una arrogancia insoportable cuando al final concluyen que se han salido con la suya, "que ahora la pelota está en el campo contrario"?

¿Pero qué le está pasando a los españoles? ¿A quiénes le están entregando el país con los pantalones bajados y el culete en pompa?

Estoy segura de que si mi hija, que es española también, y cineasta, pidiera una reunión para presentar un proyecto de documental sobre sus raíces españolas, no sólo no le darían ninguna facilidad para el proyecto, ni siquiera la recibirían. Como tampoco me facilitarían a mí, española por decreto Real, nada para cualquier otro proyecto de Festival Literario, o de Cine, o de prensa independiente. Nada. Cero. Como al resto de los españoles de origen latinoamericano.

¿Qué esperan los españoles para lanzarse a las calles y exigir que España vuelva a ser de los que trabajan y no de los que roban, de sus ciudadanos y no de los que vienen a insultarlos, estafarlos, y a burlarse de ellos a diario?

¿Qué gana España con esto? ¿Qué pueden aportar a España estos sujetos como no sea más miseria y decadencia? Esto no es inmigración, esto es invasión, y de la mala, de la que obliga a los mejores a abandonar el país para que toda esta ralea de malagradecidos y vagos tome sus plazas y hagan y deshagan a su antojo, como si se encontraran en la más paupérrima de las tribus.

Me he tenido que reír con el gesto del africano que responde último en ese vídeo, que con tanta desvergüenza hace un gesto final de dar una patada, supuestamente a una pelota, pero en realidad pudiera interpretarse que es a nosotros a quienes patearía de buena gana. Se larga orondo de ese Parlamento, donde ha sido recibido como un héroe por el blanquito acomplejado de turno, el oportunista comunista, y se larga riéndose de él, y de todos los que como él con complejo de colonizador prefiere que lo colonicen estos gandules. Un zángano que no hubiera sido recibido ni por los suyos en su barraca en África.

En España

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