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Zoé Valdés

Los efebos calientapollas del castrismo

El día en que sepamos la verdad del último medio siglo del castrismo aprenderemos muchas cosas interesantes.

El día en que sepamos la verdad del último medio siglo del castrismo aprenderemos muchas cosas interesantes. Entre las más curiosas es cómo los hermanos Castro se han ido alimentando de la sangre joven cubana como auténticos vampiros. Cuando ya no les han servido los han tirado como trapajos o los han encarcelado, puesto bajo arresto domiciliario o sencillamente asesinado. Recuerden al guapo José Abrahantes, ministro del Interior, amante de las cremas de belleza Lancôme.

El nombramiento del nuevo efebo del raulato, el tal Miguel Díaz-Canel Bermúdez, no constituye una novedad, y mucho menos puede ser apreciado como un cambio propio del régimen. ¿Que es joven? No tanto ya. ¿Que es apuesto? No para mí, pero al parecer sí para Castro II. Sí, es el tipo de efebo gastadito, de esos playboys ajados, que le gusta a los Guevara y a Castro II.

La lista de efebos calientapollas del castrismo es larga: Luis Orlando Domínguez, Carlos Lage, Carlos Aldana, Felipe Pérez Roque, y hasta el famoso Robertico Robaina, aquel que puso a bailar lambada a los jóvenes en el Malecón y que pedía con las venas del cuello inflamadas, a grito pelado, que aquel que no saltara era un yanqui. Como Castro I estaba presente aquella tarde en la tribuna, pues al Coma Andante no le quedó más remedio que ponerse a saltar como un muñecón de los carnavales. Esa fue la primera metida de pata de Robertico Roba’y’ná. Castro I jamás le perdonó que lo pusiera a saltar como un chivo.

Al parecer Robertico es uno de los pocos que ha decidido salir del armario, después de un largo período de guardaparque en el Parque Almendares, un sitio muy propicio para salir de cualquier guardarropía, y últimamente además se ha convertido en pintor (lo que le faltaba al mundo, otro pintor), y vende sus mediocres garabatos en Miami. Son, según él, garabatos eróticos (ahora todo el mundo es erótico, en cualquier momento se mete a escritor, porque ahora todo el mundo es escritor erótico). Pese al truene que le metieron sigue declarando que él es revolucionario, y ñángara (comunista). Típico de los gansos tardíos.

Los efebos han pululado y han hecho ola en la política del castrismo, algunos para coger puestos, otros para coger palcos, y el resto para coger cajita con algún puestecito de jefe de redacción de una revista, de escritor kleenex de exportación para limpiarle la imagen al castrismo en el exterior. Todos hacen carreras meteóricas, y a la misma velocidad que suben, bajan. La caída es siempre un tremendo estrellón contra el pavimento de la corrupción.

La recua de efebos, por no llamarlos como debiera, es abundante. Su existencia constata que los machos revolucionarios siempre han llevado en el alma La Bayamesa. Y La Bayamesa no es precisamente la preciosa melodía en honor a la mujer cubana, a la mambisa. Me refiero a la otra Bayamesa, de aro, balde y paleta, que tampoco tiene que ver con el poema martiano, "Los zapaticos de Rosa". Aunque no dudo yo que en muchísimas ocasiones las botas militares fabricadas por un refinado diseñador italiano en suave cuero de cordero fueron sustituidas en la intimidad de una alcoba por unas pantuflas rosadas con pompones llamativos en la punta.

¿Es conocido el tal efebo Diaz-Canel en Cuba? No, al contrario, más bien al parecer se ha ordenado discreción en la isla, aunque sin embargo es, si buscamos un poco por internet, muy popular en Venezuela, donde no han carecido de sus populares discursos pavorosos de venas inflamadas. Y eso no falla, siempre que veo a uno de estos efebos cincuentones con las venas del cuello a punto de estallarles pidiendo intransigencia antiamericana y revolucionaria y llamando gringos a los americanos de forma despectiva, oigan, eso no falla, se lo repito, al segurete que lleva en su alma La Bayamesa. Se lo digo yo que comí en uno de esos calderos.

De modo que no esperen nada del otro jueves del tal Díaz-Canel. Otro militar más, hum, otro efebo cincuentón, hum, otro vociferador profesional del castrismo. Que se cuide las espaldas, porque el fotingo es probable que ya lo haya extraviado hace rato.

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