Muy poco mencionada por la prensa en español en EEUU y ni siquiera conocida por los periódicos y los tertulianos de la Caja Tonta Que Eructa (TV) de España, la doctora en cirugía e ingeniera cubanoamericana Serena Auñón-Chancellor partió hacia la Estación Espacial Internacional, como bien se puede leer en esta carta enviada a El Nuevo Herald, por Germán J. Miret, amigo de la familia, titulada "La astronauta de la ñ y el acento".
Resulta como mínimo curioso que este tipo de prensa esté siempre al tanto de las hazañas de los cubanos de la isla perdida y revendida al mejor postor, hazañas de aquella manera, pues resultan dudosas en la mayoría de los casos, y que sin embargo obvie las auténticas proezas de los cubanos del exilio o de los cubano-americanos.
También la prensa esta a la que me refiero la habría tratado de otro modo si la astronauta hubiera sido mexicana, ya entonces Jorge Ramos, ese periodista tan descontento con EEUU, pero que no se muda de allí ni en sueños y mucho menos regresa a México, ahora que el Gobierno ha cambiado y que parece indicar que iría al son de sus cantaletas, la estuviera mencionando orgulloso a cada minuto, y probablemente hasta ya tendría su estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood. Pero. No. Se trata de una cubana, y para más inri de una cubano-americana, que escribe su apellido correctamente con eñe y con acento, y no ha pedido comer frijoles negros y croquetas allá en el espacio.
Es una mujer que ha debido pasar por todas las pruebas que pasan de manera normal los astronautas. Lo ha hecho con gusto y con empeño, porque es una profesional como una ceiba y ama lo que hace, y está ahí no por viajar al espacio y anotarse un viaje en el pasaporte, que para el espacio no se necesita, sino para conocer el Universo, investigarlo, y volver con esos conocimientos y con ellos mejorar la relación cognitiva de nuestra Tierra con el resto de los planetas. Pero. Es una cubana. Cubano-americana. Mujer…
Los recursos que se ponen a disposición de una mujer que se dedica a la investigación en Cuba son pocos o nulos. No solamente para la mujer, también para el hombre. Los centros científicos cubanos –todos liderados por el extinto Comandante en Jefe, ahora Piedra Empotrada– fueron y son más propaganda política que realidad científica. En todas estas seis décadas inventándose reinventos no han aportado nada a este mundo ni a otros que valga la pena, sólo el blablablá correspondiente de un sistema totalitario, la verborrea intrigante, el plagio y la maquinación. Como cuando se dedicaron a robar los experimentos del sida del Instituto Pasteur para apropiárselos y venderlos disfrazados de vacunas antisida. Ahora tratan de meter el cuento de las vacunas contra el cáncer de pulmón. Burlas y más burlas. Que esa prensa compra y divulga con placer casi orgásmico.
Entonces he aquí que tenemos a Serena Auñón-Chancellor: cubana, cubano-americana, mujer, y científica con todas las de la ley, allá en el Cosmos, en la estación espacial internacional. Y, vaya, la prensa calla una vez más. ¿Saben por qué la prensa calla? Porque ese tipo de prensa no sólo es colaboradora del procastrismo, es racista, es anticubana, y le molesta que una cubana, mejor dicho, que una cubano-americana, mujer, y una científica hecha y derecha por sí misma, y no inventada ni por los de allá ni por los de aquí del izquierdismo global, se convierta en astronauta, y sea para todos los que sabemos el esfuerzo y la sana ambición que el suceso requiere en la persona más querida y respetada.
No lo publicarán porque nos odian, nos celan, nos envidian.
¿Recuerdan la revista Time con sus urdidas personalidades del año? ¿Cuánto se apuestan a que la revista Time no nombra a Serena Auñón-Chancellor personalidad del año por haber ambicionado conocer e investigar el Cosmos, como sí hizo con, por ejemplo, Yoani Sánchez, por avariciar bajar de un piso catorce donde vive cómodamente y subirse meramente a más de un avión con el propósito de destilar su ignorancia y promulgar el mensaje raulista light por el resto de este soberbio y penumbroso mundo?
Lo que trajo el barco.