No es la primera vez que el eminente doctor y científico Didier Raoult, cuyo laboratorio se halla ubicado en Marsella, se tiene que ver enfrentado a los senadores de la Asamblea Nacional tras admitir los mismos senadores que no son de ninguna manera especialistas científicos y que habría que evitar los modologues (de modos y monólogos) alrededor de la materia. Increíble el nivel.
El doctor Didier Raoult debió presentarse hace unos días frente a una especie de comisión de investigación, bajo palabra solemne y del honor, con probabilidades de penas judiciales lourdes (pesadas, graves) en contra de su persona.
Desde que comenzó la pandemia del PCCH, este médico francés ha sido perseguido, calumniado, insultado por el Tout Paris político debido a una única razón, y es que este señor decidió tratar a sus enfermos con hidroxycloroquina, con resultados muy positivos.
Acusaciones de charlatanería, de fraudes investigativos, de errores, y de todo lo que puedan imaginar de espantoso, contra una persona cuya única desgracia o defecto ha sido la de que su medicamento sea usado por los presidentes Donald Trump y Jair Bolsonaro, entre otras personalidades.
Lo que sí ha puesto en evidencia el doctor Didier Raoult es la enorme desorganización que existe a niveles políticos con relación a la medicina y a la ciencia. O sea, los políticos, habladores de esto, de lo otro, de aquello y de lo de más allá, una vez más ignoran lo que debieran conocer al menos a medias, y para colmo se niegan a escuchar a los que verdaderamente conocen lo que han estudiado y de lo que ejercen.
El célebre periodista Patrick Cohen comentó también esta especie de jauría alrededor del médico, poniéndose de parte de un organismo científico norteamericano que en el 2006 lo acusa de fraude. Más de 36.000 artículos y estudios publicados, más la práctica constante de Raoult, no conforman pruebas exactas para sus detractores.
El profesor Raoult insistió en el hecho de que antes de ser médico, científico, es un ser humano, y que todos los seres humanos pueden equivocarse, como fue su caso en el pasado.
La virulencia destapada contra una persona que ha logrado en la práctica resultados positivos por razones sospechosamente políticas y de situación privilegiada es notoria. Discusiones como las que se producen en Francia, donde lo que vale por parte de los políticos es lucirse en lugar de probarse, además de citaciones de países que se han unido contra un médico que lo único que ha querido es curar. Lamentable sobre todo para los contaminados con el virus
La guerra que se nos ha impuesto, por la que tantas muertes se han producido, quedará al parecer en el blablablá y la polémica al más ridículo estilo galo, dentro de las altas instancias de algunos elegidos que viven al parecer en la antimúsica de las esferas. Los de abajo seguimos sin informaciones claras y expuestos sin soluciones a la maldad del comunismo chino.