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Zoé Valdés

Destronar al fatuo estafador

¿Qué esperaban ustedes de un tipo que junto a su mujer y demás miembros del partido que lidera canta todavía a estas alturas puño en alto 'La Internacional'?

¿Qué esperaban ustedes de un tipo que junto a su mujer y demás miembros del partido que lidera (PSOE) canta todavía a estas alturas puño en alto La Internacional, ese himno que lleva la ignominia y la sangre de más de 100 millones de víctimas en su historia? Nunca esperé nada del fatuo Pedro Sánchez. Jamás. Allá los que creyeron en él. Siempre olfatee la necedad detrás de la supuesta habilidad.

Así supe desde el primer instante que no sólo era un deshonesto de mucho cuidado, un fraudulento en la mismísima línea de los peores comunistas que han asolado este mundo, que además y por encima de todo su propósito es hundir España, conducirla junto con los de Unidas Podemos al fracaso más rotundo que podamos imaginar. Esto es inadmisible. Como resulta inaguantable que gentuza de semejante calaña, aferrada a la idea de desmembrar el país por cualquier vía, mediante pactos con terroristas y golpistas, siga controlando casi toda la prensa y manipulando las rectorías de encuestas de votos. Hay que frenar esto de una vez.

Urge que la derecha –toda la derecha– tome conciencia de la necesidad inmediata de exigir –como hizo la UE– no sólo la eliminación de los símbolos comunistas, además de despojar de poder y de cargos a los comunistas camuflados tras insignias y nombres de nuevos partidos que respondan al comunismo y al terrorismo en cualquiera de sus ideologías y formas de enmascaramiento.

Autoproclamar candidatura, cargo y Gobierno, en ausencia del Rey, jefe del Estado, como ha hecho Pedro Sánchez (entre otras cosas, para eso mandó al Rey a Cuba), es una burda traición de quien acaba de cometer deslealtad de las más bajas, alevosas y rastreras que un político se autorice a perpetrar contra el pueblo que le ha votado.

Los verdaderos socialistas españoles deben saber ampliamente lo peligroso que es este personaje para el PSOE y para el país, porque será, mancillando el nombre de ese partido, que guiará vilmente el destino de España a remolque de convertirla en una Cuba, en una Venezuela o en una Nicaragua.

Todos los demócratas españoles deben actuar con rapidez exigiendo su dimisión. Dimisión, reitero, no cabe otra solución. Ya bastante cancha y espacio se le ha dado a este burdo fantoche que no ve más que a través de su imagen en el espejo, a este Tartufo trepador sin palabra y sin vergüenza que hace a diario de la ya muy precaria realidad española su trampolín y pedestal para colocarse como protagonista ambicioso de una siniestra obsesión: rebajar al país a coste de su jactanciosa e injustificable superioridad.

No permitamos que nos roben la libertad ni la posibilidad de cambiar esta deplorable situación, todavía estamos en condiciones de impedir que cumpla con sus nefastos planes.

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