Hace mucho tiempo que en lugar de llamar Cuba a Aquella Isla desdichada debimos haberla bautizado con el nombre de Castrolandia. La idea no es mía, es del escritor cubanoamericano Carlos Eire.
Las últimas atracciones turísticas provenientes de uno de esos últimos grandes parques temáticos del comunismo darían envidia a numerosos turistas ideológicos disfrazados con bermudas, boinas y pulovitos con la cara estampada del aChesino argentino.
Voy a intentar, entonces, guiarlos por los principales manèges y ménages de la última invención y producción del castrismo. Pero habrá que conocer que la "gratitud y gratuidad" se acabaron hace ya mucho tiempo. Deberán pagar, y muy caro.
Castro I se metió un Immodio para las diarreas cerebrales y verbales que padecía y la dosis le redujo las descomposiciones a unas cuantas gotas de cagalera en forma de tuits. Ahora Castro I prefiere manifestarse a través de la brevedad de los tuits, donde nos cuenta de sus nostalgias y de sus nuevas innovaciones científicas. Su nostalgia, por ejemplo, de otro asesino, Honecker; además recuerda sentimental aquel juego de misiles que tuvo entre sus manos, regalado por los soviéticos, y de cuando quiso acabar con el planeta a batazo limpio, antes de convertirse al ecologismo como cualquier presidente francés en campaña hacia las presidenciales.
Para colmo, ahora idea suculentos platos populares de moringa y morera, las que ya piensa de inmediato someter a través de la libreta de racionamiento, mientras que en su cocina hierve una langosta del tamaño de una vaca.
Hablando de vacas, al igual que en la India también han sido prohibidas en Cuba. Al que cojan comiéndose un trozo de vaca será enviado de cabeza al tanque, la prisión. Esta prohibición es válida para todo el mundo, salvo para los propietarios de las vacas: los dirigentes.
Por otro lado, Mariela Castro, la Nietísima de Lina, la Hijaza de Raúl Castro, la Sobrinísima de Castro I, la sexóloga de la familia, prometió a los Homos Castrenses operarles gratis la cabilla, a los otros les cortará los huevos y la lengua.
Una nueva atracción del parque temático de Castro II, también de administrador de la finca, es la nueva oposición de lujo. Abren blogs, hacen huelgas de hambre de seis meses, más o menos, la DSE (Departamento de Seguridad del Estado) les envía sus mejores médicos, son tratados en buenos hospitales, y posan para los fotógrafos internacionales sin camisa pero con un Rolex en la muñeca. Celebran festivales y se reúnen a diario. Sus reuniones son filmadas y comercializadas con Radio y TV Martí.
La verdadera oposición se encuentra entera en las cárceles o resistiendo en las calles, de a grupitos. Es negra, la acusan de salvajes, de terroristas, y de demasiado oscuras. Como es el caso de Sonia Garro Alfonso y de su esposo Ramón Alejandro Muñoz, ambos trataron en el pasado de enseñar pacíficamente la verdadera historia de Cuba a los niños.
Los turistas ideológicos podrán contactar y citarse con los disidentes de lujo, hasta tomarse fotos con ellos. Sin embargo, de la disidencia pobre es mejor alejarse. Pero ni siquiera tendría yo que prevenirlos, los turistas ideológicos poseen un sexto sentido para eso, jamás irán a visitar a los verdaderos disidentes.
Para disfrutar de semejante mejunje hay que pagar, por supuesto, Castrolandia se ha convertido en un destino altamente cotizado. Y si no me creen, pregúntenle a Judith Gross, la esposa de Alan Gross, quien en estos momentos y desde hace un buen rato pasa unas buenas "vacaciones" en una cárcel de Castrolandia. El costo son veinte años, varias enfermedades y una pérdida de peso que no hubiera conseguido jamás con ninguna dieta suministrada por el más experto de los especialistas. ¿Por qué? Pues porque tuvo la brillante idea de entrar al país con herramientas destinadas a conectarse a internet –versión oficial–.
Se acercan las vacaciones y aquí les dejo a consideración las últimas mejoras del parque temático Castrolandia, para informar a esos europeos que partirán próximamente a uno de los paraísos del comunismo. Me pregunto: ¿por qué van siempre a Cuba y no a Corea del Norte? ¿Será el sol la razón?